 
							Anahí es un nombre lleno de proezas y sueños en las fábulas e historias de las mujeres sudamericanas. Y la protagonista de esta noticia parece desprenderse de una de ellas. Anahí fue una indiecita guaraní condenada a la hoguera por rencillas de sus tribus convirtiéndose -milagrosamente- en la flor del ceibo tras ser ahogada por las llamas. Según cuenta la leyenda…
Hoy, en la vida real y en el boxeo carnal de todos los días, reaparece la pergaminense Anahí “La indiecita” Sánchez, casi tan sumisa como “La Flor del ceibo”, pero con un desafío colosal para el boxeo femenino nacional: ganar por primera vez cinco coronas mundiales oficiales en pesos diferentes. Será el 22 del mes próximo ante la boricua Stephanie Piñeiro, en Bayamón, Puerto Rico, por el cetro Welter -interino- de la Asociación Mundial de Boxeo (66.678 kg).
Un intento sólo comparable con la pomposidad estadística de la jujeña Alejandra “Locomotora” Oliveras, que sumó un quinteto de títulos en distintas categorías, pero uno de ellos (el último) fue en una organización carente de reconocimiento público: WPC. El desorden y el descrédito de la actual política pugilística no amerita polémica alguna sobre la valía o descrédito en las jinetas boxísticas de estos días; casi carentes de reglas creíbles.
Anahí Sánchez tenía solo 14 años cuando se detectó un cuadro asmático en su legajo médico. Ir a un gimnasio fue la recomendación, y junto a su hermana y sus primas acudieron a la primera clase dictada por Juan Bonet: el mismísimo entrenador que pisaba el Luna Park con José María Flores Burlón y Cesar “La Bestia” Romero, a fines de la década del 70. Aún siguen juntos. Bonet, de 76 años, le dio los primeros consejos en el clásico recinto de la calle Alen, en Pergamino.
Anahí aprendió el oficio y empezó a pelear. Y le fue bien. Desde adolescente se tuteó con el dolor y el sufrimiento al perder a sus dos hermanos varones y esto la curtió para enfrentar la adversidad. Siguió ganando peleas y se enamoró de un boxeador: Julian Aristule - ex campeón argentino Supergallo-; fue mamá de Dominike, que hoy tiene 16 años. La vida continuó. Otros amores y otra hija: Makarena, de sólo cuatro años. Comenzaron las conquistas deportivas y, ahora, agita la última cuenta regresiva a un mes de poder alcanzar una hazaña absoluta de los guantes rosas argentinos.
Ganó su primer cetro en su 11° combate, con 24 años. Se consagró campeona Pluma -interina (AMB), con 57.125 kg- al doblegar por puntos a la dominicana Dahiana, en Pergamino.
Obtuvo su segunda corona: Liviano Jr. vacante (FIB) -58.900 kg- ante la griega Areti Mastrosdouka, por KOT en cinco rounds en Pergamino.
Conquistó su tercer cinturón: Liviano (AMB) vacante -61.237 kg- noqueando a Cecilia Mena, como visitante en Tucumán.
Acumuló su cuarto campeonato: Welter jr. (AMB) interino -63.500 kg- al noquear en el primer asalto a la colombiana Diana Ayala, en Pergamino.
Enfrentó en el exterior a las mejores del mundo. Tuvo buen desempeño y malos resultados perdiendo por puntos con la irlandesa Katie Taylor, la estadounidense Jessica Mc Caskill y la británica Chantelle Cameron, entre otras.
De pocas palabras, introvertida, aprovechó sus relaciones para estudiar: terminó el bachillerato siendo campeona y cursó diseño y alta costura con buenas perspectivas. Crea su propia ropa de “pelea”: pantaloncitos y tops. Tiene fe y una de las mejores pegadas del boxeo femenino nacional. Desafía al paso de los años. A los 34 y con 24 victorias (13 KO) y 6 reveses tiene las mejores chances ante Pineiro, de 35 años y 9 peleas ganadas.
Anahí y su maestro Bonet saben que, si pega primero, podrá ganar sin necesitar las tarjetas. Está todo dado para reverdecer una historia que no estaba en los planes de nadie. Y ella lo sabe.
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