Los números que dejaron las elecciones bonaerenses fueron contundentes: el radicalismo bonaerense solo se impuso en 12 de los 27 distritos donde es gobierno. Lo hizo por medio de tres frentes políticos diferentes, algo que deja en evidencia aún más la crisis interna.
A través de Somos Buenos Aires, la UCR ganó en 10 municipios; mientras que sumó una victoria más con Nuevos Aires y otra con Hechos. Se trató, sin dudas, de una las peores elecciones territoriales de un partido que no logró generar un sentido de pertenencia en la militancia con frentes que incluían a peronistas, dirigentes del PRO, libertarios dialoguistas y otras yerbas.
La derrota caló hondo en la dirigencia territorial. “El radicalismo hoy funciona como una agencia de Lotería. Cada dos cuadras hay una, pero en la mayoría nunca ganás apuestes a lo que le apuestes”, le dijo a Data Clave un intendente del interior. Y, en la misma línea, agregó: “El tema es que solo queda la gente grande que va a los locales. Ahora los pibes juegan con las aplicaciones nuevas. Y a nosotros nos ven como algo pasado”.
La crítica interna es fuerte. Y nadie ahorra palabras para definir el mal momento. “Tenemos que poner el dedo en el botón de next porque estamos en el fondo de la olla”, sostuvo otro legislador bonaerense consultado. Y añadió que “el radicalismo no compitió con lista propia y Somos terminó siendo una bolsa de gatos con un doble comando pero no de radicales: con (Julio) Zamora y (Lilita) Carrió”.
Conducción
La UCR hoy cuenta con un doble comando partidario a través de las figuras de Miguel Fernández y Pablo Domenichini. El primero como presidente del Comité de Contingencia y el segundo al frente de la Convención de Contingencia. Ambos dirigentes compitieron de manera interna y tras un resultado parejo, con mesas aún a revisar.
El pacto fue la tregua institucional que encontraron los dirigentes para desacelerar la resolución del juez electoral Alejo Ramos Padilla, quien debe emitir un fallo definitivo sobre lo sucedido. Se trató en los hecho de la acción que encontraron a mano para evitar una fractura mayor que, en concreto, existe.
Para adentro del partido solo hay recriminaciones cruzadas entre unos y otros. Sucede que más allá de que Domenichini y Fernández aceptaron competir por dentro de Somos, los resultados abrieron las heridas. Vale mencionar que los números son desoladores: la UCR perdió en 15 distritos propios, pudo renovador solo 2 de 14 legisladores provinciales y se quedó sin 170 concejales en toda la Provincia.
El fracaso es grande. Y la responsabilidad se cruza. Lo cierto es que además de la conducción de Domenichini y Fernández, el senador nacional Maximiliano Abad también jugó sus propias cartas y puso a competir una lista propia en Mar del Plata a través de Nuevos Aires. El resultado conseguido superó las propias expectativas. Mientras que Facundo Manes tomó la decisión de abrirse de la UCR pero de todos modos terminó siendo parte de Somos como un independiente.
“Lo peor de todo lo que pasó es que se construyó algo desperfilado. Sin concepto, ni identidad. Y quedó peronizado y detrás de la Coalición Cívica. No hubo ninguna vocería en los medios, ni candidatos competitivos”, aseguró otro dirigente bonaerense en diálogo con este medio. Y fue por más: “Todos los intendentes radicales son buenos pilotos. Manejan bien su distrito pero les dieron un Gordini para competir contra Ferrari. Pero para recomenzar necesitamos un conductor provincial".
Ya son varios los intendentes que se anotan en la necesidad de terminar con el doble comando y tener un líder claro. El propio Fernández hizo referencia a esto al asegurar que la UCR “está en un momento de impase”. Además, manifestó que "tener una doble conducción, colegiada y demás, impidió que el radicalismo pudiera ir con una boleta propia que lo represente".