Algunas veces nos pasa que nuestra mesa no puede soportar más trabajo acumulado, pero la jornada está siendo realmente productiva debido a que terminamos una tarea con éxito y pudimos ponernos a realizar otra, pero sin tomarnos un pequeño descanso o sin saborear lo logrado. Esto lo hacemos todos los días y es un error, ya que, la celebración de todo éxito, grande o pequeño, no sólo nos animará a seguir adelante con nuestros quehaceres, sino que nos hará sentir mucho más felices.
En tanto, cuando nos atascamos en una de nuestras obligaciones laborales o domésticas, al contrario de lo que sucede con los triunfos, aquí sí que hacemos una pausa para machacarnos por el fracaso, para lamentarnos, reprocharnos y castigarnos, lo que también es un error.
Brendon Burchard, coach motivacional y autor, entre otros libros de éxito, de El manifiesto por la motivación, explica: “Si buscas mejorar tu vida, ser más atrevido y mejorar tu rendimiento, debes concentrarte en tus éxitos en lugar de quejarte de todas las cosas que van mal en tu vida”. Saborear los triunfos, grandes y pequeños, genera una sensación de satisfacción, bienestar y felicidad que anima a seguir acometiendo nuevos retos.
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