Como ocurre cada 25 de septiembre, la localidad bonaerense de San Nicolás recibió a los devotos de Santa María del Rosario, que llegaron para honrarla, agradecerle y suplicarle, en coincidencia con los festejos centrales, que se iniciaron a medianoche con el lema "Madre, orando, peregrinamos a tu corazón".
Miles de personas se congregaron en el santuario de María del Rosario de San Nicolás, para honrar a la Virgen en el 41° aniversario del primer acontecimiento mariano ocurrido en esa localidad.
La fiesta mariana generó filas de más de un kilómetro de espera para ingresar al enorme templo levantado en torno al "campito", lugar en que Gladys Quiroga de Motta tuvo contacto con la Virgen.
A las 15, tuvo lugar la procesión con las imágenes de la Virgen y de San Nicolás, seguida de la celebración eucarística central, que fue presidida por el obispo local, monseñor Hugo Santiago, y concelebrada por numerosos sacerdotes.
En su homilía, monseñor Santiago señaló que "la felicidad del hombre -varón y mujer- está en los vínculos, en la calidad de la relación con Dios, consigo mismo, con los demás y con las cosas".
Antes del pecado, aseguró, el hombre era feliz "porque era amigo de Dios", y con el pecado rompe esta relación "y muerde el polvo de una soledad que ya nadie podrá llenar".
"Con Jesús que nos rescata a través de su cruz y María como corredentora, de pie junto a la cruz, Dios rescata al hombre restableciendo los vínculos, las relaciones, la armonía", recordó y destacó que, "para restablecer nuestra capacidad de vincularnos, Dios tiene que sanar nuestra capacidad de escuchar, de decir palabras edificantes y de poner gestos concordes con esas palabras".
La escucha de verdad, sana y contiene
Monseñor Santiago planteó que "nuestra sordera en las relaciones humanas se manifiesta cuando en vez de escuchar al otro estamos pensando en qué le vamos a contestar o, directamente, no nos interesa oírlo y lo matamos con la indiferencia"; y marcó el ejemplo de María que "nos enseña que escuchar es un modo de amar, un modo de hospitalidad, es decirle al otro 'vos sos importante para mí'".
"Cuando hacemos esto con la Palabra de Dios estamos reconociendo lo importante que es Él para nuestra vida y entonces somos bendecidos porque dejamos que Jesús entre en nuestra persona y se transforme en nuestro compañero de camino", consideró.
Por eso, animó a decirle a María: "¡Madre, líbranos de palabras que nos hieran y rompan los vínculos; ayúdanos, para que nuestras palabras sirvan para unir, animar, alegrar y dar esperanza".
Finalmente, aseguró que María al pie de la cruz "nos enseña que, para terminar de sanar nuestros vínculos, además de las escucha y las palabras edificantes, tenemos que poner gestos que confirmen nuestras palabras. María no sólo le promete fidelidad a Dios, sino que acompaña Jesús desde la alegría de la anunciación al dolor de la cruz".
Citando al papa Benedicto XVI, señaló que "la vida eterna comienza aquí, y si la felicidad está en los vínculos, tenemos que cultivar la relación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la casa común que es la creación".
"María nos enseña que nuestra felicidad no depende de nada material, por eso está al alcance de todos; la felicidad depende de cuánto hayas logrado amar y ser amado. En esos vínculos, la tristeza compartida se hace mitad tristeza y la alegría compartida se hace doble alegría", alentó.
Monseñor Santiago concluyó resumiendo: "Escucha y palabras que son expresión de amor mutuo, de allí brota la alegría, de amar y que te amen, de que otro diga tu nombre y te piense. ¡Gracias Madre por enseñarnos el camino para restablecer nuestros vínculos! ¡Viva María del Rosario de San Nicolás!".
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