Una nueva tendencia comenzó a trascender en Europa donde cada vez más parejas llevan a cabo lo que se conoce como ASA (Al Sleeping Apart), es decir, dormir en habitaciones separadas por pura comodidad, algo que no es nuevo, ya que era bastante común en palacios y mansiones de la aristocracia europea donde se priorizaba el descanso individual sin culpa.
Hace dos siglos, los nobles ya lo hacían, pero para marcar distancias sociales y maritales y era considerado un símbolo de estatus, mientras que ahora es algo que se lleva a cabo teniendo en cuenta el sentido común. Ronquidos, insomnio o el simple placer de estirarse sin límites hicieron que varias parejas prefirieran camas separadas, sin que eso significara menos amor.
Dormir separados no necesariamente implica una relación fría o distante. Aunque culturalmente se asocia el compartir cama con intimidad, muchas parejas ASA mantienen una relación sólida y afectiva, simplemente priorizando el sueño individual. Eso sí, es clave que la decisión sea consensuada y no una evasión de problemas emocionales.
El acrónimo ASA (Al Sleeping Apart) es un juego de palabras en inglés y no tiene un origen académico ni aparece en la literatura científica. Es una creación informal y reciente, surgida en foros, redes sociales o artículos de estilo de vida para referirse de manera abreviada a las parejas que duermen separadas y se suma a la tendencia del divorcio del sueño que fue popularizada por medios como The New York Times o The Guardian.
El caso de dormir separados fue ampliamente estudiado y una investigación de la National Sleep Foundation encontró que una de cada cuatro parejas prefiere camas o habitaciones separadas para mejorar el descanso. Asimismo, según una encuesta de la empresa inglesa YouGov, el 12% de las parejas casadas duerme en cuartos distintos y otro 8% lo hace ocasionalmente, mientras que, en Alemania, un sondeo de Statista reveló que el 30% de las parejas mayores de 50 años elige dormir en forma separada.
Algunos estudios de la National Sleep Foundation demuestran que, entre ronquidos, robos de sábanas y vueltas, compartir cama interrumpe el sueño hasta 50 veces por noche, mientras que la psicóloga estadounidense Wendy Troxel subraya que un buen descanso individual reduce la irritabilidad y mejora la convivencia. También añade que dormir separados no es distancia emocional, sino inteligencia práctica.
Entre los beneficios de ASA, los expertos destacan los siguientes:
La terapeuta estadounidense Jennifer Adams recuerda que es fundamental que la decisión sea mutua y no una forma de evitar al otro. También sugiere que es conveniente mantener rituales de conexión, como desayunos compartidos o noches de película y recordar que no es una solución que forzosamente tenga que ser para siempre, ya que, algunas parejas alternan las noches en las que duermen juntas con otras en las que descansan separadas.
Entre las razones prácticas para ser una pareja ASA, Adams destaca las siguientes:
En cuanto a los beneficios documentados sobre esta práctica, apunta estos:
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