“Yo tenía un pelo divino…” ¿Te pasó de decirlo? ¿O de escuchar a una amiga decir: “¡Antes tenía un montón de pelo!”, “¿Por qué si era lacio ahora me salieron estos rulos?”, “¿Qué me pasó?”. Ese tipo de frases se repiten cada vez más. Y no es casualidad.
Durante los 40 y los 50, muchas mujeres notan cambios repentinos en su cabello: pérdida de densidad, caída, textura distinta, frizz nuevo, raíz más oleosa o más seca que nunca.
Y no se trata de un mal producto ni de que “te lo arruinaste”, se trata de una etapa que atraviesa todo el cuerpo: la perimenopausia.
Así como la piel empieza a mostrar signos del paso del tiempo (falta de firmeza, deshidratación, manchas), el cabello también envejece. Y todo comienza en el folículo piloso, donde nace cada hebra.
• En esta etapa, bajan los niveles de estrógeno y progesterona, hormonas claves en el crecimiento y calidad del cabello.
• Esto provoca que el folículo se debilite, se achique (miniaturización) y produzca cabellos más finos, más débiles y que caen con más facilidad.
• Además, el cuero cabelludo pierde hidratación, elasticidad y circulación, afectando la salud general del cabello.
Por eso, ya no alcanza con cuidar solo el largo o usar buenos productos: ahora, es momento de mirar el cuero cabelludo como el punto de partida.
Hoy existen técnicas pensadas específicamente para estimular el bulbo piloso, oxigenar el cuero cabelludo y mejorar la salud capilar desde la raíz.
• Los tratamientos de scalp care incorporan limpieza profunda, exfoliaciones suaves, tónicas específicas y protocolos personalizados.
• Los Head Spa, originarios de Japón y en expansión en salones especializados, combinan masajes capilares, presión localizada, aromas y técnicas de estimulación vascular que activan la circulación, relajan y reeducan el cuero cabelludo.
• Todo esto ayuda a que el cabello siga creciendo con fuerza y vitalidad, aún en un contexto hormonal desafiante.
Esto nos pasa a todas. Si tenés más de 40 y empezás a sentir que tu pelo cambió, no estás sola.
A todas, en algún momento, nos pasa. Y lejos de ser una derrota estética, es una nueva etapa de cuidado, de escucha, de aceptación.
Porque lo importante ya no es parecerte a tu versión de los 20. Es acompañarte con amor en la versión real, hermosa y presente que sos hoy.
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