En las últimas semanas, se vivieron jornadas de mucho calor y muchos optaron por darse una ducha antes de acostarse para no sentirse agobiados por las altas temperaturas. La ayuda del agua no es solo para bajar la temperatura sino para conseguir el efecto que nos proporciona el mecanismo natural del sudor: cuando el agua de la superficie de la piel se evapora, el calor se disipa.
“Dormir con el pelo mojado favorece la entrada de gotículas de agua en la cutícula, la capa externa que recubre la fibra capilar y que protege el pelo de las agresiones”, explica Montero. Esta alteración hace que las fibras capilares se vuelvan más vulnerables frente a agentes externos como las radiaciones y también frente a los microorganismos. Dormir con el pelo mojado también tiene un impacto sobre su aspecto, ya que se reduce el brillo y hace que el pelo se vuelva más fino y quebradizo.
Acostarse con el pelo mojado hace que, además de estar frescos, la humedad se acumule en la almohada. Esto puede crear un ambiente propicio para el crecimiento de hongos y bacterias, que pueden afectar el cuero cabelludo, causando irritación, descamación y potencialmente infecciones, dice la dermatóloga .
En concreto puede favorecer la proliferación de hongos como la Malassezia, que puede incrementar la descamación, el picor y la dermatitis seborreica o de bacterias como el Staphylococcus aureus, aumentando el riesgo de infecciones del cuero cabelludo. Esta humedad también puede dañar el pelo ya que cuando está mojado o húmedo es más sensible al roce y a la fricción que cuando está seco.
Aunque haya quien no puede meterse en la ducha sin mojarse la cabeza, lo cierto es que no hace falta mojar el pelo cada vez que nos duchamos. “No es necesario. La humedad constante del pelo puede debilitarlo. Tampoco es necesario lavar el pelo cada vez que se toma una ducha refrescante. La frecuencia del lavado del pelo, dependerá del tipo de cabello de las personas”, explica Montero. Así, las personas con pelo graso pueden necesitar lavarse el pelo a diario, mientras que aquellas que tengan un pelo seco pueden lavarse el pelo cada 2 o 3 días y cuando lavemos el pelo no hay que olvidar el cuero cabelludo.
Según Montero, el pelo húmedo es más frágil y quebradizo, tiene más tendencia a enredarse y se daña más con el roce, el frotamiento o al ser manipulado. Y si tenemos que desenredarlo es mejor utilizar un peine de púas anchas. Al hacerlo hay que empezar por las puntas y subir hacia las raíces, lo que nos evitará los tirones.
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