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¿Qué es de la vida de “Juanjo” Maderna?

Su historia es la de una voz que atravesó escenarios, micrófonos y medios de comunicación, marcada por sensibilidad y convicción. Locutor y periodista, comparte su recorrido.
¿Cómo fueron sus primeros pasos?
En la escuela primaria N° 1, subía al escenario en las fiestas. "Incentivado por mis padres, mi padre escribía poesías y yo las leía. Ahí descubrí el placer de hacerlo".
¿Cómo comenzó en el micrófono?
En un baile con compañeros de la secundaria del Colegio Nacional para reunir fondos. Conseguimos apoyo de comerciantes de Pergamino, pero el dinero no alcanzaba. Decidí leer los avisos comerciales en el evento.
Contábamos con la complicidad de “Peluca” Mollo, locutor reconocido. Al vernos leer junto a Luis Rubial, se sorprendió. Le gustó y nos animó a hacer radio. Conseguimos un espacio en Radio Más con Anocheciendo con nuestros cantares, cuando la emisora estaba en calle Florida.
Mi padre, con contacto en La Quena gracias a Chalo Ricci, nos ayudaba a conseguir discos, facilitándonos precios para comprar los que emitiríamos. Luego llegó Radio Impacto de Colón, hasta dar un salto en LT24 de San Nicolás, donde conduje y trabajé en locución comercial. Más tarde, LT35 Radio Mon, con Estado de ánimo los fines de semana y, junto a Carlos Del Valle, Candilejas. Así comenzó el camino.
¿Qué recuerda de su infancia?
Los mejores momentos. Crecí rodeado de amor: el inmenso cariño de mi padre, José Orlando, que partió joven; el de mi madre, Alcira Beatriz, un ser excepcional; y el de mis abuelos.
Mi abuelo Fabio Maderna, carnicero, era trabajador, honesto y bondadoso. Disfruté mucho a mi abuela materna, Susana. Un capítulo especial para Juan Nicolás Fucci, recordado en Pergamino por su peluquería en Pueyrredón, entre Merced y San Nicolás, frente a la galería donde nací. Nuestras charlas siguen siendo una guía.
Mi familia era humilde, atravesó necesidades, pero en aquellos años primaban trabajo, responsabilidad y seriedad. Mi primera casa, en Pueyrredón 686, me vio crecer hasta sexto grado. Luego fui feliz en Emilio R. Coni 828, barrio Centenario.
La infancia y juventud me regalaron amigos de barrios, escuela primaria y secundaria. Gracias a la tecnología, armamos grupos de WhatsApp y en noviembre nos reencontraremos.
¿Cómo vive su presente?
Siempre fui sensible y sigo siéndolo. A los 67 años, estoy satisfecho. He sido consecuente con mi educación y principios, nunca necesité abrirme paso a codazos, aunque en la radio y la televisión sea difícil.
Vivo con equilibrio, disfruto a mis cuatro hijos. Desde hace años trabajo en lo público y lo esencial es que vivo en paz. Me considero un gran espectador de lo que ocurre. El desequilibrio del país me afecta.
¿El peor y mejor momento de su vida?
Recibí golpes: la desaparición de amigos, familiares. Todo eso templa, aunque no significa que no duela. El final de mi ciclo en Canal 9 fue un morir y renacer. La experiencia me abrió la cabeza, me hizo crecer.
El mejor: despertar cada día. Pido a Dios salud, equilibrio, transitar este mundo con bienestar y que mi accionar refleje todo lo recibido.
¿Le falta cumplir alguna meta?
Estoy por emprender una tarea nueva y diseño una web con un enfoque distinto, alineado con mi manera de ser: el ejercicio de buenas noticias. Después de haber recorrido tanto, el aporte debe ser ofrecer lo que no nos enseñaron pero sabemos que hace bien, un material que no nos intoxique.

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