En la vida de toda persona, las etapas que uno atraviesa nos forman y preparan para lo que vendrá, pero lo que no sabía Rosendo es que, con siete años de edad, la impactante figura de un recordado piloto lo iba a llevar a forjar su destino a flor de piel. Esa persona era Nasif Stéfano, quién él conoció, admiró y logró que él encontrara una pasión que, más adelante, lo llevaría en su completa vida cotidiana.
Con mucha dedicación, compromiso y esfuerzo, consiguió lo necesario para poder abrir su taller, Pergatubo, el cual continúa con su portón abierto desde el año 1988 y brinda sus servicios a todos los habitantes de nuestra ciudad.
En lo que respecta a su vida, él siempre se muestra agradecido por el acompañamiento de su familia y amigos y, en esta oportunidad, conoceremos más acerca de cómo fue su niñez, como también de su desarrollo en el ámbito laboral y de todos los recuerdos y vivencias que tiene a bordo de lo que más disfruta en este plano: los autos.
- ¿Cómo es su presente y qué destaca de él?
Mi presente hoy se destaca por trabajar en lo que me gusta y disfrutar de mi familia que está constituida por: Analía (mi esposa) y mis dos hijos Amparo y Jesús María de 25 años de edad.
- ¿Qué recuerda y destaca de su infancia y adolescencia?
En cuanto a mi niñez, puedo decir que vengo de una familia numerosa ya que éramos nueve hermanos y también estaban mi mamá Cuca, que era profesora de Historia y mi papá Gelo, que era dentista.
Destaco que nunca nos faltó nada en casa, pero tampoco sobró. Hicieron mucho esfuerzo por la familia y ambos se fueron casi juntos en el 2015.
- ¿Cómo fueron sus primeros trabajos?
En lo que respecta a lo laboral, trabajo desde los 15 años. Todo comenzó cuando le dije a Tata que no iba a estudiar más y entonces me dijo: “perfecto mañana andá a buscar trabajo”. Entonces, sin pensarlo, eso hice.
Al principio, trabajé en el campo y luego en Cargill, hasta que en enero de 1988 abrí mi propio taller, con herramientas que fuí juntando y con la mano grande que me dió mi suegro, Héctor Savoia, un monstruo el “Savo”.
Posteriormente, a medida que pasaba el tiempo, se venía el gusto por los autos viejos y los viejos TC, que veía de chico en el triángulo de Pergamino.
- ¿Qué se le viene a la cabeza si le menciono a Nasif Estéfano?
Cuando me preguntan por Nasif Estefano siempre digo lo mismo, que deslumbró a un chiquito de siete años y que siempre me quedó en la retina el Turco. Por eso, cuando pude, construí una réplica del Falcon con el que corría Nasif en Turismo Carretera.
- ¿Qué es lo que más destaca de sus participaciones en los "Gran Premio Argentino Histórico"?
Con el tiempo, mi pasión por los autos y el TC fue en aumento cada vez más y con el Falcon homenaje al Turco vinieron los Grandes Premios Históricos del Automóvil Club Argentino, en el que participamos desde el año 2008 de forma ininterrumpida y donde recorrimos todo el país a bordo de dicho auto.
- ¿Cómo fue su vida luego de la pandemia?
Durante la pandemia se tornó todo muy complicado porque me contagié de Covid por un irresponsable y luego contagié a mi familia. Gracias a Dios, Analía y los chicos lo pasaron en casa, mientras yo estuve internado. Pero, nuevamente agradezco a Dios, todo eso ya pasó.
- ¿Cómo es su trabajo y con quiénes trabaja en el taller?
En el taller el principal trabajo con los caños de escape y anexamos la restauración de autos clásicos y, la verdad, puedo decir que hoy es lo que más disfruto hacer.
Además, por suerte, este trabajo lo hago con mis amigos y compañeros: Julio Gentili, Heber Roccabruna y Patricio Estevez.
- En cuanto a su trayectoria en la vida, ¿a quiénes hoy les agradecería por lo conseguido?
Sin dudas, todo este camino logrado para mi es de la mano de mi familia: Analía, Amparo y Jesús, que gracias a Dios compartimos mucho tiempo juntos.
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