El cerebro humano presenta particularidades en el procesamiento de la información. La memoria selectiva opera con criterios específicos para almacenar datos. Los nombres propios representan un desafío particular para nuestro sistema cognitivo. Esta característica explica por qué olvidamos con frecuencia los nombres de las personas.
La psicología cognitiva estudió este fenómeno durante décadas. Investigaciones científicas demostraron que el olvido de nombres no indica necesariamente una falla cognitiva. El proceso refleja más bien la forma en que nuestro cerebro organiza y prioriza la información. Los nombres propios carecen de carga semántica significativa, lo que dificulta su retención.
La memoria humana procesa diferentes tipos de información de manera distinta. Los nombres propios presentan características únicas que los hacen más difíciles de recordar. A diferencia de conceptos con significado concreto, los nombres carecen de asociaciones mentales que faciliten su retención.
El experimento de la paradoja Baker/Baker ilustra este fenómeno. Los investigadores mostraron la misma imagen a dos grupos con instrucciones diferentes. Un grupo recordó mejor la información cuando se asociaba con una profesión. Este resultado demostró que la memoria retiene mejor conceptos con carga semántica. Los nombres propios, al carecer de significado intrínseco, resultan más difíciles de fijar en la memoria.
Los psicólogos Deborah Burke y Donald MacKay desarrollaron una teoría sobre este fenómeno. Su investigación reveló que los nombres propios tienen una conexión más débil entre su forma fonológica y su contenido semántico. Esta característica explica por qué olvidamos los nombres con mayor facilidad.
La memoria humana prioriza la información con significado o relevancia emocional. Los nombres propios, al ser etiquetas arbitrarias, no encajan fácilmente en estas categorías. Solo cuando una persona se convierte en parte significativa de nuestro entorno, su nombre adquiere mayor peso en nuestra memoria.
Existen estrategias para mejorar el recuerdo de nombres. Asociar el nombre con una imagen, rima o rasgo distintivo de la persona puede ayudar. Repetir el nombre durante la conversación refuerza su almacenamiento. Estas técnicas aprovechan el principio de que más conexiones cerebrales aumentan la probabilidad de retención.
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