Uno de los puntos centrales a tener en cuenta es el cuidado frente al calor. Las jornadas con temperaturas elevadas aumentan el riesgo de deshidratación y golpes de calor, especialmente en niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades crónicas. Por este motivo, se recomienda beber agua potable con frecuencia, aun sin sentir sed, evitar la exposición al sol entre las 11 y las 16 horas y utilizar ropa liviana y de colores claros. En actividades al aire libre, es importante buscar sombra y realizar pausas para descansar.
Otro aspecto clave en esta época es la manipulación y conservación de los alimentos. Muchas de las comidas típicas de las fiestas se preparan con anticipación y permanecen varias horas fuera de la heladera, lo que favorece la proliferación de bacterias. Para prevenir intoxicaciones alimentarias, se aconseja mantener la cadena de frío, refrigerar carnes, ensaladas y postres, no consumir alimentos con olor o aspecto extraño y extremar la higiene en la cocina, lavando correctamente manos, utensilios y superficies.
Las intoxicaciones alimentarias suelen manifestarse con síntomas como vómitos, diarrea, fiebre o dolor abdominal y, en muchos casos, pueden evitarse con medidas simples. Especial atención requieren las salsas y mayonesas caseras, que deben mantenerse siempre refrigeradas y descartarse si permanecieron demasiado tiempo a temperatura ambiente.
Durante las celebraciones también se incrementan los accidentes domésticos, sobre todo en la cocina. El uso de cuchillos, hornallas, parrillas y electrodomésticos exige precaución. Mantener a los niños alejados del fuego, revisar las instalaciones eléctricas y evitar enchufes o alargues sobrecargados son acciones fundamentales para reducir riesgos.
El uso de pirotecnia continúa siendo un tema sensible. Además de los accidentes que pueden provocar quemaduras y lesiones graves, el ruido afecta a personas con hipersensibilidad auditiva, adultos mayores, bebés y mascotas. En este contexto, se promueve cada vez más la pirotecnia sonora cero, como una forma de celebrar de manera responsable e inclusiva.
En el caso de quienes deban viajar durante las fiestas, también se recomienda planificar los traslados con tiempo. Revisar el estado del vehículo, respetar las normas de tránsito, utilizar siempre el cinturón de seguridad y evitar manejar cansado o bajo los efectos del alcohol son medidas básicas para prevenir siniestros viales. Si el viaje es largo, es fundamental realizar paradas para descansar e hidratarse, especialmente en jornadas de calor intenso.
Asimismo, se recuerda la importancia de prestar atención a las personas más vulnerables del entorno, como adultos mayores, niños pequeños y personas con enfermedades preexistentes. Asegurar una correcta hidratación, ambientes ventilados y una alimentación adecuada puede marcar la diferencia. El cuidado comunitario, la solidaridad y la atención a las necesidades del otro también forman parte del espíritu de las fiestas y contribuyen a un cierre de año más saludable y responsable.
Por último, el consumo de alcohol es otro punto a considerar. Evitar excesos, alternar con bebidas sin alcohol y no conducir bajo sus efectos son decisiones que contribuyen a prevenir accidentes y situaciones evitables.
Celebrar el fin de año es motivo de alegría y encuentro, pero también una oportunidad para reforzar hábitos de cuidado. Con pequeñas acciones y responsabilidad colectiva, es posible despedir el año de manera segura.
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