El pergaminense Alejandro Neme fue uno de los protagonistas inesperados de la fiesta de cumpleaños de Esperanza Castro, la hija de Sabrina Rojas y Luciano Castro, al encargarse de una de las atracciones más comentadas de la noche: los muñecos robots de led que bailaron junto a los invitados y formaron parte de la temática de luces elegida por la joven.
Esperanza celebró sus 12 años a lo grande, con una fiesta llena de glamour, baile y efectos visuales que hicieron brillar la noche. El evento se realizó en la discoteca INK, en el barrio porteño de Palermo, donde se organizó una pizza party y una matinée para sus amigos.
La revista Caras describió el festejo como una noche inolvidable: “Los amigos de su hija y toda su familia le pusieron la mejor onda en cada canción que iba pasando, mientras disfrutaban de originales platos y de un stand para maquillarse”. Además, detallaron que “junto a una espectacular torta de cumpleaños había un cartel de letras de altura que decía ‘Espe’ y una cabina de fotos donde los adolescentes pudieron lookearse para una sesión divertida”.
Sin embargo, los que se robaron todos los comentarios fueron los muñecos led aportados por Neme. El hombre debajo del traje de robot fue Miqueas Seisas, y ambos fueron contratados por la productora Claudia Lioi, de Capital Federal, que frecuentemente recurre a sus servicios para eventos de celebridades.
En diálogo con PRIMERA PLANA, Neme —también DJ— compartió detalles sobre su participación: “Nos destacamos por nuestras performances: desde la música hasta los accesorios, como los robots led que se vieron en la fiesta de la hija de Sabrina Rojas y Luciano Castro. Caras, Paparazzi y Pronto mencionaron el show y destacaron la actitud del robot, porque fue lo que levantó la fiesta. Aunque el boliche ya tenía DJ, la idea era tirar un par de temas y que en el momento del robot la fiesta explotara, y por lo que describen los medios, fue la máxima atracción del evento”.
Sobre su trayectoria, agregó: “Estamos acostumbrados a hacer eventos para famosos, y eso te abre muchas puertas. Cuando trabajás con dos o tres, los mismos organizadores te siguen llamando y entrás en otro mercado. Al principio íbamos solo para hacernos publicidad, pidiendo viáticos y algún incentivo”.
Hoy, con una reputación consolidada, su trabajo se profesionalizó: “Ahora cobramos cada uno de los eventos y nos destacamos también por lo que hacemos en redes. Después del casamiento de Silvina Escudero pasamos de tres mil a treinta mil seguidores en Instagram, y eso nos dio un empujón importante”.
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