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Un recorrido por la vida y vocación de un reconocido médico pergaminense

Alberto Acerbo repasa su trayectoria, resalta su amor por la familia, admite que es un apasionado de los viajes y expone sus ganas de seguir contribuyendo a la medicina

Es un jerarquizado gastroenterólogo de nuestra ciudad, además de un ser humano de excelentes valores. Alberto Acerbo tiene 67 años y goza de una vida repleta de alegrías, una larga trayectoria y una dichosa familia con la que disfruta pasar sus días en Pergamino.

-¿Qué destaca de su infancia y adolescencia en Pergamino?
- Cuando era chico, mi infancia transcurrió en el campo de Juan Andrés de la Peña, en aquel lugar viví hasta los diez años y también fui al colegio en el pueblo. Recuerdo haber tenido una niñez cálida y feliz.
Luego de ese tiempo, comencé en la Escuela Normal de Pergamino y, posteriormente, hice el secundario en el Colegio Nacional, donde nacieron grandes amistades que, hasta el día de hoy, todavía mantengo.

- ¿Cómo es su presente?
- Me casé con María Victoria Casado y formé una excelente familia. Con mi esposa tengo dos hijas: Julieta y Emilia.
Julieta, que es la mayor, es abogada y está casada con Enrique Zappa, ellos me dieron dos nietos hermosos, Clara e Ignacio. Emilia, la menor, se recibió de médica y está en pareja con Enrique Arias.

- ¿Cómo fueron sus inicios en la medicina?
- Me decidí por estudiar medicina, por lo que me fui a vivir a Buenos Aires para estudiar en la UBA, lugar dónde desarrollé mi vocación. En 1980, egresé y luego hice el posgrado en Gastroenterología en el Hospital Ramos Mejía. A partir de ahí decidí no quedarme quieto y tomé la decisión de hacer otro posgrado en Ecografía general.
En 1984, volví a mi querida ciudad y de la mano del doctor Castedo, a quien considero una gran persona y profesional, ingresé a la Clínica Pergamino, la cual pasó a ser mi segunda casa y un lugar en el que coseché grandes amistades a lo largo de los años.

- ¿Cómo fue su evolución profesional en la ciudad?
- Al poco tiempo de volver, junto a Roberto Fachinat, armamos el servicio de Endoscopia, donde trabajamos y disfrutamos de gran compañerismo en un ambiente sano.
Más tarde, incorporamos a Eduardo Caldentey que nos dio la posibilidad de continuar con la formación de un buen equipo de trabajo, al que también se sumaron, el anestesista Fernández Sarich y la licenciada Rocío Jorge.
Además, quiero mencionar otro de los que fue parte de mi lugar de trabajo: Ecodoppler, una sociedad que conformamos junto a prestigiosos colegas y que está hace más de 30 años y aún continúa. Tuve la posibilidad de realizarlo con el acompañamiento de un gran amigo, Eduardo Morales.
Luego de un tiempo, incorporamos a Juan Lestussi en el servicio y, hace algunos meses, tuve la dicha de que ingresaran mi hija Emilia y mi yerno Enrique.
Tampoco quiero dejar pasar los 30 años que transité en el Hospital San José, otro de mis lugares queridos, dónde dejé de trabajar en el 2014.

- ¿Considera que cumplió todas su metas o le quedan cosas por cumplir?
- En cuanto a metas u objetivos profesionales, creo que logré la mayoría. Pero la frutilla del postre, es trabajar con mi hija Emilia, que sin dudas es lo mejor que me pasó en mi carrera como profesional.
Aun así, no todo es trabajo en mi vida. Una de mis pasiones es viajar por el mundo que es una actividad que pienso disfrutar por mucho más tiempo.
Ya tengo 67 años, pero eso no frena mi vocación, creo que seguiré unos años más y siento que puedo seguir aportando a la medicina de Pergamino.

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