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Cuando el fin no justifica los medios: el mosquito que fumigó el Centro

Guillermo "Memo" García Por Guillermo "Memo" García | 4 de Mayo de 2020

El problema cuando alguien cree que el fin justifica los medios es que pierde, entre otros valores, el principio de respeto y el sentido de la solidaridad.

No se consideran los límites ni las restricciones con tal de conseguir ciertos propósitos individuales o colectivos.

Es lamentable que en Pergamino se haya abierto paso, imperceptiblemente, la perniciosa teoría según la cual, en cuanto se pueda mostrar que los objetivos de una acción son favorables o deseables, no importa si fueron válidos o no los medios usados para alcanzarlos. Es la doctrina del fin justifica los medios.

El sábado, casi al anochecer, una máquina de fumigación agrícola, conocida como mosquito, recorrió la zona céntrica de la ciudad aplicando un desinfectante para virus y bacterias. Se trató de una buena medida contra el coronavirus en el primer día de reapertura de los comercios.

Entonces no está en discusión bajo ningún concepto la decisión del Municipio, que fue acorde a la realidad.

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Tampoco en tela de juicio la eficacia y eficiencia del producto aplicado en el sector comercial: amonio cuaternario, un derivado del amoníaco.

Lo que se pone bajo la lupa aquí es el método específico que se utilizó, habiendo otros que garantizan igual resultado. Fue inapropiada y quedo al borde de la provocación para muchos vecinos, especialmente para aquellos de los barrios que sufren contaminación ambiental y son víctimas del mal uso de agroquímicos, la utilización de esa maquina agrícola de fumigación. Porque con otras herramientas la tarea se podía desarrollar de idéntica forma.

¿Volvió a faltar cintura política en la misma problemática o es otra demostración a todas luces del poder y lo que se puede hacer sin disimulos?

El andar de una imponente máquina mosquito fumigando la Avenida, flanqueada por móviles municipales, resumió la fuerza de un símbolo que genera tristeza y dolor en muchos pergaminenses. Al menos en los barrios más afectados como Santa Julia, Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida, donde abundan los casos de cáncer, tiroides, asma y enfermedades de la piel, con la referencia de la familia de Sabrina Ortíz, donde por su organismo, el de su esposo y sus dos hijos corrían agroquímicos tóxicos como el glifosato, a niveles 100 veces superiores que los de personas no expuestas. Todos padecen “daño genético” en sus células.

La Justicia Federal, por su lado, prohibió en septiembre pasado, pulverizar en Pergamino a menos de 1.095 metros de cualquier zona urbana y a una línea no inferior de 3.000 metros si la práctica es aérea.                                                                    

El caso de nuestra ciudad marca un paradigma en el uso y la regulación de agroquímicos, muchos de los cuales ya están prohibidos en gran parte del mundo.

¿Era necesario hacer la aplicación en el Centro de la ciudad con un mosquito? ¿No cumplía la misma función cualquier otro dispositivo como, por ejemplo, el que habitualmente utiliza Saneamiento Ambiental?

Esta vez el fin no justifica los medios. La tesis de esa frase atribuida al filósofo político italiano Nicolás Maquiavelo, aunque en realidad la escribió Napoleón Bonaparte,  concluye en dar validez al comportamiento del gobernante, quien para lograr el beneficio, el bienestar o la satisfacción de sus gobernados, puede tomar cualquier tipo de decisión u obrar de cualquier manera, no importa cuál, si logra esos objetivos.

Es verdad también que un gobernante -en especial si goza de poder, y con mayor razón si tiene a cargo un Municipio, el cuidado de una comunidad o si le corresponde tomar decisiones- enfrenta con frecuencia desafíos respecto a sus determinaciones y se encuentra ante disyuntivas. Pero nunca debería correrse del sentido común, el equilibrio, la mesura y el respeto, principalmente en momentos sensibles como el de una pandemia. Porque en el seno de una comunidad hay principios y valores que deben ser venerados siempre.

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Fue acertada la decisión del Municipio de impulsar esa fumigación. Y ojalá tenga continuidad e inclusive también se extienda a la mayor brevedad posible a cada uno de los barrios de Pergamino, sin excepciones.

Pero la instrumentación de la fumigación era un gesto. No más que un gesto. Nunca debió haber sido con un mosquito por lo que simboliza para muchas personas damnificadas.

Era apenas cuidar la forma. Era ser algo más minucioso en el modo. Porque la política es palabra. Es negociación. Es discurso. Y también son gestos, que abrazan un mensaje mucho más potente y profundo que lo que se dice. Y es lo que se hace, cómo se hace y con qué se hace.

Fotografía de portada: Javier Mengoni / La Opinión

El autor es periodista. Jefe de Redacción de PRIMERA PLANA

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