Estas cifras no hacen más que confirmar lo que se ve en la calle, en las redes sociales y en las charlas con amigos y familia: las parejas ya no llegan ni por asomo a las bodas de plata y menos a las de oro.
"Dos décadas atrás, ese promedio era de 23 a 25 años y hace una década era de 20 años. Desde entonces, viene bajando lentamente", comentaron voceros del organismo a Clarín.
Según los mismos trabajadores del Registro Civil, "el número podría haber sido menor".
"En estos tiempos es más fácil decir ''ya está''. Antes, muchas parejas sostenían el vínculo por la división de bienes. Ahora, la gente se divorcia antes, no tiene tanta tolerancia, lo que los sostiene es solamente el amor", rematan.
En 2018, hubo 910 matrimonios que se divorciaron antes de los cuatro años de casados, el 13% del total. Casi una década antes, en 2009, lo habían hecho 512 parejas, apenas el 8%.
Para el psicólogo especialista en vínculos Sebastián Girona el resultado es "llamativo" ya que en su propio consultorio ve a parejas y matrimonios que "duran menos tiempo".
"Una pareja, para llegar a 19 años juntos, tuvo que renovar su contrato como mínimo dos o tres veces. Si bien el ejercicio de la renovación te da una gimnasia, te va poniendo canchero, en algún momento deja de funcionar la fórmula de renovar el contrato", sigue Girona.
Consultada por el diario Clarín, Viviana Koffman, abogada especializada en Derecho de Familia, también se mostró sorprendida. "Me suena a muchos años, por los casos que atiendo. Estoy viendo que duran menos. Yo divorcio mucha gente que no llega a los 10 años de matrimonio", comenta.
Otra tendencia que parece estar profundizándose en las actuales generaciones es el divorcio en edad joven. En 2019 hubo 5.860 divorcios en la Ciudad. El 62% de las mujeres y el 61% de los hombres que se separaron tenían entre 34 y 47 años. Dos de cada 10 mujeres lo hicieron antes de cumplir los 34.
¿Una cuestión de crisis económica?
Según Koffman, "muchas cosas" influyen en esta tendencia. Una de las principales cuestiones es la crisis económica porque "la falta de plata trae conflictos familiares".
Sin embargo, el psicólogo especialista también hizo hincapié en que "hay menos tolerancia" y en una "toma de conciencia de que la vida es corta".
"Si la persona no está bien con alguien, la gente se anima a divorciarse", dijo Koffman.
A esta conclusión se sumó Girona quien reflexionó: "Las parejas se casaban ''para siempre'' y quizás sostenían eso a rajatabla, aunque la relación fuera de muy baja calidad".
Los especialistas hicieron una consideración especial al empoderamiento femenino. Un estudio reciente, realizado por investigadores suecos, encontró que las mujeres que son ascendidas a jefas tienen el doble de posibilidades de divorciarse, mientras que asumir puestos de autoridad no implica un cambio para los hombres.
"Hoy las mujeres no toleran lo que no deben tolerar. Antes decían: ''¿Con qué voy a mantener a mis hijos?'' o ''Tengo que aguantar''. Había un preconcepto de que el hombre era el único sostén familiar y económico", contrasta Koffman.
Finalmente, hicieron mención a los cambios legales. En agosto de 2015 entró en vigencia el nuevo Código Civil que eliminó el plazo de tres años de separación para iniciar la disolución del vínculo y también la figura del divorcio contradictorio, acortando los tiempos procesales, algo conocido como "divorcio exprés".
¿Qué hacer?
El psicólogo Sebastián Girona comparte algunas "pistas" a seguir:
-Tener una buena distribución del poder. Aunque lo queramos pensar más románticamente, el poder circula dentro del vínculo.
-Tiene que haber un porcentaje de admiración entre los integrantes de la pareja. Sin llegar a idealizar al otro.
-Hay que tener también un porcentaje de amistad, un 20 o 30%, sin llegar a ser solamente amigos.
-Conocerse mucho, profundamente. Por ejemplo, saber lo que le pasó al otro a los 14 años y saber cuáles son sus sueños.
-Tienen que mirarse y estar atentos uno al otro.
-Hay que tratar de potenciarse. Cada uno debería querer que el otro saque su mejor versión. Y hacer cosas para apoyarlo.
-El factor erótico tiene que estar, debe ocupar un porcentaje, pero no tiene un rol central. "En una pareja de 19 años el sexo va pasando por mil etapas distintas, desde la intensidad del principio hasta una frecuencia que adquiere la pareja que más o menos le sirve a los dos", concluye el psicólogo.
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