Las causas detrás de la pérdida del deseo sexual son diversas. El doctor Eusebio Rubio, director de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (Amssac), explicó en entrevista con Infobae, que las razones más usuales son enfermedades crónicas como la diabetes. Sin embargo, intervienen factores físicos, psicológicos y sociales que afectan a hombres y mujeres, como aclaró la psicóloga y sexóloga Lucía Báez, del Hospital de Clínicas y del Centro Argentino de Urología de Buenos Aires.
En los hombres, hay una disminución gradual del apetito sexual y es un fenómeno común a medida que envejecen. Aunque esta reducción puede variar entre cada caso con distintos historiales médicos, se mantiene un cierto grado de interés sexual hasta los 60 y 80 años. Las mujeres también se enfrentan a una disfunción de este tipo si hay altos niveles de estrés. La etapa de sus vidas en la que son más vulnerables a este problema es a los 50 años, tras el periodo de menopausia, de acuerdo con la información de Mayo Clinic.
Las personas son funcionales sexualmente cuando sienten orgasmos, deseo y responden de forma positiva ante estímulos eróticos. En ocasiones, lo anterior tiende a modificarse con facilidad, incluso con un simple cambio en la rutina. Cuando surge incomodidad e insatisfacción en la cotidianidad es común que hombres y mujeres experimenten bajos niveles de apetito sexual, como explicó Rubio.
Junto a los cambios en las dinámicas diarias, el miedo que la primera experiencia de este tipo salga mal y el temor al embarazo, suelen ser los obstáculos de un encuentro sexual pleno y pueden bloquear el deseo. Las mujeres experimentan inseguridades respecto a si llegarán o no un orgasmo; los hombres, temen tener una eyaculación precoz, mencionó Báez respecto de los principales problemas que ha observado en su experiencia como psicóloga y sexóloga.
Además de las nuevas rutinas, existe un factor humano que podría deteriorar la libido: la calidad en las relaciones interpersonales. Si bien afecta a todos, el género femenino es más proclive a experimentar más problemas debido a lo anterior. En el estudio mencionado, se demostró que los problemas de pareja, relacionados a la comunicación íntima, son los obstáculos más frecuentes. Al respecto, Rubio mencionó que las mujeres suelen presentar disfunción sexual en un 16%; mientras que los hombres registran un 11% o 10%.
Aunque la comunicación es importante, los cambios hormonales también se suman a este problemas. Después de los 50 años, todas las personas comienzan a experimentar una reducción del deseo. En los hombres sucede lo anterior debido a los bajos niveles de testosterona, lo que aumenta la probabilidad de perder el interés en sostener relaciones íntimas, y es más frecuente que la disfunción eréctil. Para las mujeres, las complicaciones comienzan tras la menopausia, aclaró Rubio.
De acuerdo con sus observaciones, Báez ha identificado que en este periodo es importante trabajar el suelo pélvico para tener una plenitud sexual a esa edad y evitar la incontinencia. En casos graves, las complicaciones relacionadas a la menopausia imposibilitan el placer en las relaciones sexuales, una situación similar sucede luego de haber dado a luz.
Como último factor importante que influye en el deseo sexual, Rubio mencionó aspectos sociales. La forma en que una persona se relaciona con los otros es determinante para fomentar encuentros sexuales con resultados gratificantes. “Las buenas experiencias también sirven de motivación para repetir una relación íntima”, explicó. Por el contrario, cuando hay violencia en estas interacciones, ninguna persona querrá relacionarse de esa forma de nuevo.
Por su parte, Báez enfatizó que las mujeres a menudo se enfrentan a estigmas sociales cuando disfrutan su vida sexual, lo que hace mella en el autoestima. La sexóloga resaltó que es importante tener libertad para elegir cómo se vive la sexualidad. También consideró necesario trabajar mitos y fobias que parten desde el machismo.
Algunas enfermedades mentales son perjudiciales para el deseo. La depresión aún ocupa el primer lugar entre estos padecimientos, pues en el mundo hay 280 millones de personas que viven con esta condición, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Aunque es dos veces más frecuente en mujeres, afecta más al apetito sexual de los hombres, comentó Rubio.
Báez identificó que la baja autoestima, la depresión y el estrés son los principales factores psicológicos que inhiben el deseo sexual. Si bien hay distintas condiciones mentales que afectan más a unas personas que a otras, la esquizofrenia es el trastorno que causa una reducción notable. Las consecuencias han sido estudiadas y registradas en varios países.
La disfunción sexual afecta a más de la mitad de las personas con esquizofrenia en todo el mundo, según una nueva revisión sistemática y metanálisis de 72 estudios de 33 naciones realizados hasta junio de 2022. El análisis global encontró una prevalencia de disfunciones sexuales del 56,4% en mujeres y hombres. Los hombres presentaron disfunción eréctil en un 41%, y pérdida de libido con 44%. Las mujeres registraron disfunción del orgasmo al 28%, de acuerdo con un estudio publicado en el sitio web de Psiquiatría JAMA.
La revisión también mostró que aquellos con una duración más prolongada de la enfermedad experimentaron con menor frecuencia trastornos eréctiles. Además, se encontró una relación entre el tratamiento con antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo y las menores tasas de trastornos de erección y eyaculación. Sin embargo, los hallazgos sobre la eficacia de diferentes clases de antipsicóticos fueron contradictorios, sin mejoras evidentes en las tasas de disfunción sexual a lo largo del tiempo.
Uno de los episodios en la historia que puso en tensión la convivencia social fue el confinamiento, debido a la pandemia por COVID-19. Las dinámicas entre las parejas en casa se vieron modificadas, lo que repercutió en el deseo. En las dos mediciones en las que participó Rubio en México, se reportó que las personas tuvieron una disminución importante en el apetito sexual. “El principal problema fue la pérdida de la privacidad y el estrés crónico”, explicó.
En palabras de Báez, el confinamiento propició que las parejas tuvieran tiempo para estar juntos, a costa de la pérdida de la intimidad. Además, el trabajo en exceso afectó la disposición para sostener relaciones sexuales. De acuerdo a la sexóloga, las mujeres se vieron afectadas por el agotamiento al desempeñar labores de crianza también. Otra fuente de insatisfacción usual fue el luto por la pérdida de un ser querido.
Una solución a estos problemas se encuentra en la calidad de los lazos que se afianzan con los demás. En palabras de Rubio, la presencia de otra persona posibilita diversos grados de intimidad: desde la conexión emocional hasta las interacciones físicas. El sentido de confianza hace que un encuentro sexual sea más gratificante para ambas partes, y a su vez funciona de motivación para repetirlo.
El acercamiento íntimo entre las personas, con lazos emocionales fuertes, tiende a alentar la satisfacción en las dinámicas en pareja. Este tipo de conexiones también tienen una correlación con el erotismo, y que suele beneficiarse si los vínculos sentimentales son positivos, como explicó Báez. Es importante evitar ser “coitocentristas” u “orgasmocentristas”, porque una actitud egoísta podría fomentar relaciones sexuales incómodas y bajo presión.
Un estudio publicado en International Journal of Impotence Research analizó cómo afecta la intimidad emocional entre un grupo de ambos sexos con problemas de satisfacción sexual (SS) y de excitación sexual (SAP). Los investigadores aplicaron un cuestionario sobre estos tópicos a 193 personas, 97 hombres y 96 mujeres. Descubrieron que las personas que estaban más satisfechas con su intimidad también estaban más conformes con sus características físicas. Por el contrario, quienes estaban insatisfechas con su aspecto tenían niveles más altos de distracción cognitiva por la apariencia exterior de los demás.
Además de trabajar en la intimidad emocional, es necesario que una persona averigüe las razones detrás de una disfunción sexual, con ayuda de un profesional en salud mental o sexólogo. De esta manera, se podrían excluir enfermedades crónicas como las causantes de los problemas. Si se llega a la conclusión que involucre variantes psicológicas y sociales, es posible recibir terapias con el objetivo de disminuir la tensión entre pareja y resolver las emociones negativas que enfrenta una persona con pérdida de deseo.
Báez mencionó que una de las mejores formas de tratar el pérdida del deseo sexual es fomentar un buen ambiente seguro y libre: “Se trata de ser auténtico y ser uno mismo”. La comodidad, la higiene y el humor son los componentes ideales para avivar un encuentro placentero, incluso degustar comida o vino son estímulos positivos para concretar la predisposición sexual.
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