Cada temporada estival, las quejas se multiplican. Algunos vecinos denuncian baja presión en sus hogares, mientras otros comparten fotos de vasos y jarras con el líquido amarronado que sale de sus canillas , testimonio de una calidad alarmante.
A esto se suma la preocupación por la contaminación de las napas con glifosato y otros agrotóxicos, un problema que no solo afecta el acceso al agua potable, sino que pone en juego la salud pública.
Expertos coinciden en señalar que la raíz del problema no es la falta de soluciones técnicas, sino la falta de recursos destinados y voluntad política. "No suma votos semejante inversión", se escucha en los pasillos de calle Florida, donde se priorizan proyectos más visibles como mejoras en parques y plazas.
La respuesta oficial no ha sido alentadora. En repetidas ocasiones, barrios que organizaron reclamos o presentaron peticiones firmadas recibieron como única respuesta la instalación de medidores de consumo. Según funcionarios, el problema radica en el "derroche" de agua. Un secretario de obras públicas llegó a afirmar en una entrevista radial que "hoy todo el mundo tiene una pileta, está lleno de Pelopincho por todos lados", minimizando así la complejidad del problema y desviando la atención de las verdaderas causas estructurales.
El verano de 2025 no es diferente a los anteriores. La falta de soluciones concretas mantiene el tema del agua en la agenda de los pergaminenses, aunque no parece coincidir con la agenda del propio intendente.
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