La aplicación de mensajería instantánea WhatsApp es la vía de comunicación más importante del último tiempo. Gracias a ella, muchísimas personas, de todas partes del mundo, intercambian mensajes, audios y fotos.
A su vez, la interfaz de WhatsApp también habla mucho de una persona: la aplicación lleva el registro de la cantidad de mensajes que se envían, reciben y hasta el tiempo que uno está activo en la misma.
Cabe destacar que, en la mayoría de las ocasiones, la cantidad de mensajes recibidos será mucho mayor a la de enviados, por una cuestión lógica de estar incluido en grupos de amigos, de familia, trabajo, entre otros, que tienen su propia dinámica.
Otro de los datos relevantes de la cuestión es el reinicio del contador. Esta opción figura por debajo de todo en la solapa de “uso de datos” y sirve, como dice la palabra para reemprender el conteo.
Además de las estadísticas, los usuarios también construyen una personalidad dentro de WhatsApp. Una prueba de ello es el hecho de no cambiar la foto de perfil. Para ello, la inteligencia artificial (IA) dio un diagnóstico pormenorizado y explicó a qué se debe.
Por su parte, la IA explicó que no modificar la foto se debe a diversos factores como la “estabilidad y consistencia”, “simplicidad y despreocupación”, “apego emocional” y “privacidad y reserva”. Estas cuatro variantes abren submundos paralelos que se encaminan bajo la misma dirección y puntualiza en el carácter y personalidad de un ser humano que, mediante su dispositivo móvil, accede a WhatsApp.
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