“Dos gotas y rebalsan. El sistema está explotado”, sintetiza José, un vecino del sector que ya no sabe a quién reclamar. La frase, tan gráfica como desesperada, resume una problemática que se ha vuelto crónica en la zona.
Desde hace varios meses, cada episodio de lluvia —ya sea intensa o prolongada— desencadena el mismo escenario: líquidos cloacales que emergen por las bocas de tormenta, calles anegadas y el temor constante a que el agua ingrese a las viviendas. “Es reiterativo. No importa si llueve fuerte o si son dos horas seguidas, siempre pasa lo mismo”, advierten.
La situación no solo afecta la transitabilidad y la higiene urbana, sino que pone en evidencia una infraestructura que no da abasto. El reclamo vecinal apunta a una revisión urgente del sistema de desagües y a la intervención de las autoridades competentes.
Mientras tanto, en Centenario, cada nube oscura en el cielo se convierte en una amenaza. Y cada lluvia, por mínima que sea, en una prueba más de que el barrio necesita respuestas concretas.
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