Hay palabras que resisten al paso del tiempo. Que se imprimen una vez y no se borran más. Este 14 de junio, Semanario EL TIEMPO cumple 98 años y Pergamino celebra más que un aniversario: celebra una historia compartida. Casi un siglo acompañando a la ciudad desde la tinta, el papel y, en los últimos años, desde la pantalla. Una travesía periodística que empezó en 1927 y que, lejos de apagarse, sigue escribiendo su camino.
En sus primeras ediciones, EL TIEMPO ya mostraba carácter. Nacido del impulso de dos periodistas, José Vela y Marino Corallini, que decidieron crear un medio con mirada propia tras un conflicto con La Opinión, el semanario se gestó como un acto de libertad. Lo hicieron con convicciones firmes: defender la democracia, contar los hechos con honestidad, y ser la voz de quienes no tenían voz. La comunidad lo entendió desde el principio y lo abrazó como propio.
Desde entonces, fue testigo y protagonista. Narró los años agitados de la política local, los cambios culturales, los partidos inolvidables, los logros de vecinos y los dolores compartidos. Supo adaptarse sin traicionarse. Incorporó secciones, actualizó su estilo, abrazó lo digital, pero sin olvidar que la esencia está en el contenido, no en el soporte.
En épocas donde la información se consume como un bocado rápido, El Tiempo sigue eligiendo el plato casero: el periodismo reflexivo, la palabra justa, el dato chequeado. En sus páginas -de papel o de pantalla- hay espacio para el análisis, la memoria y el pensamiento crítico. En tiempos de vértigo, el semanario ofrece pausa y profundidad.
Bajo la dirección de Carlos José Elizalde, la renovación llegó sin romper con el pasado. Se fortaleció el compromiso, se modernizó la estructura y se potenció un equipo que entiende que informar no es solo contar, sino construir comunidad. Porque eso es lo que hace EL TIEMPO desde hace 98 años: unir a Pergamino con un hilo invisible de noticias, historia y emoción.
Hoy, a las puertas de su centenario, el semanario sigue siendo faro. Un medio que no envejece, sino que madura. Que no se oxida, sino que se reinventa. Que no se olvida de dónde viene, pero se anima a mirar lejos.
Feliz aniversario, EL TIEMPO. Gracias por enseñarnos que contar la historia también es hacerla.
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