Existe una afección poco frecuente que hace que las personas actúen sus sueños. Pueden gritar, golpear o realizan movimientos bruscos mientras duermen. Más específicamente, esos comportamientos suceden en la fase de sueño REM.
Se conoce como “trastorno aislado de la conducta del sueño con movimientos oculares rápidos” o también lo llaman iRBD por su sigla en inglés.
Durante el sueño, el cuerpo debería perder el tono muscular e impedir que se hagan movimientos. Pero en personas con el desorden pueden producirse acciones físicas y vocales.
Ahora, un estudio realizado por investigadores de España y Austria señaló que el trastorno podría sugerir un “estadio precoz de enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la proteína α-sinucleína”. El trabajo fue publicado en la revista The Lancet Neurology.
Los investigadores analizaron tejido cerebral y medular post mortem de 20 pacientes diagnosticados con iRBD. El 95% de los casos presentó depósitos de α-sinucleína en regiones cerebrales responsables de la regulación del sueño REM.
“El trastorno aislado de la conducta del sueño con movimientos oculares rápidos puede ser confundido con otras afecciones como el sonambulismo. Por lo tanto, cuando alguien tiene sueños vívidos y despertares, debería tener en cuenta que son síntomas compartidos por diferentes trastornos”, señaló.
El científico subrayó que el nuevo estudio, en el que no participó, se basó solo en una serie limitada de casos. “El trastorno iRBD podría ser síntoma heráldico de la enfermedad de Parkinson o algún tipo de deterioro cognitivo en la tercera edad. Pero esa posibilidad debe ser tomada con extremo cuidado, ya que incluso muchos medicamentos usados para dormir o para el control del ánimo pueden inducir iRBD”, dijo.
Una persona que hoy tiene el trastorno de iRBD a los 30 ó 40 años podría no desarrollar nunca Parkinson o demencia en el futuro. “No se puede generalizar. Por eso, los pacientes no deberían vivir con una espada de Damocles ante la presencia de este trastorno. Se debería consultar a un profesional de la salud”, aclaró el investigador.
Fue clasificado como una parasomnia, es decir, un trastorno del sueño caracterizado por comportamientos físicos o vocales anormales durante la fase de sueño REM, vinculados con la pérdida de la atonía muscular típica de esta etapa del descanso.
Estudios anteriores han estimado que la prevalencia global del iRBD, su forma aislada, oscila entre el 0,74% y el 2,01% en adultos mayores de 60 años, dependiendo de la población estudiada y las metodologías utilizadas.
Para contar con ellas, examinaron en detalle los cerebros y médulas espinales post mortem de 20 pacientes diagnosticados con iRBD antes de fallecer. Sus tejidos fueron donados para su análisis al biobanco, llamado Banco de Tejidos Neurológicos del IDIBAPS en España.
Uno de los hallazgos fue la identificación de depósitos de la proteína α-sinucleína en regiones cerebrales críticas para la regulación del sueño REM, incluyendo el complejo coeruleus-subcoeruleus, el núcleo reticulado gigantocelular, el tegmento laterodorsal y la amígdala.
Estas áreas son responsables de controlar la atonía o relajación muscular durante el sueño REM, y se sabe que su disfunción está relacionada con el desarrollo de los movimientos involuntarios típicos durante el sueño del iRBD, comentaron los investigadores en un comunicado.
En los pacientes que no habían desarrollado síntomas de demencia o parkinsonismo, los depósitos de α-sinucleína se encontraban localizados en el tronco encefálico y el sistema límbico.
“Estos hallazgos coinciden con estudios previos que han sugerido que el iRBD podría ser una manifestación temprana de sinucleinopatías, pero este estudio proporciona la evidencia neuropatológica más sólida hasta la fecha”, explicó Gerard Mayà.
Además, los investigadores encontraron que los depósitos de α-sinucleína no solo estaban presentes en las neuronas, sino también en las células gliales (astrocitos y oligodendrocitos), lo que sugiere que la glía también juega un papel clave en la progresión de la enfermedad.
Otra de las observaciones del estudio es la identificación de una serie de patologías coexistentes que afectan a la mayoría de personas con iRBD.
“En particular, observamos una alta prevalencia de cambios neuropatológicos típicos de la enfermedad de Alzheimer. Los 20 pacientes con iRBD tenían α-sinucleína en el cerebro. Pero el 70% presentaron estas características patológicas asociadas a Alzheimer, lo que podría sugerir que el iRBD podría estar vinculado a un mayor riesgo de desarrollar también Alzheimer, aunque su implicación todavía no está clara”, dijo Mayà.
Reconocieron también que el estudio se basa en una muestra relativamente pequeña. Consideraron también que los resultados podrían servir para el diseño de ensayos clínicos.
“Nuestros hallazgos podrían informar el diseño de ensayos clínicos de compuestos dirigidos a proteínas patológicas específicas (por ejemplo, α-sinucleína y β-amiloide) en personas con iRBD”, escribieron.
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