Muchas veces sucede que tenemos nuestras agendas tan apretadas que es poco el tiempo que nos queda para realizar ejercicio, por lo cual hacer los 150 minutos semanales de actividades de intensidad moderada necesarias pueden parecer cada vez más inalcanzable. Los desplazamientos, las largas jornadas laborales o las obligaciones sociales hacen que, incluso, no podamos hacer ni una sesión de 20 minutos, sin contar el tiempo que se tarda en ir y volver del gimnasio.
Pero, la NASA podría haber encontrado una solución: a pesar de que se asocia principalmente con menores de 10 años, el rebote o minitrampolín ganó mucha popularidad en los últimos años, con celebridades del mundo uniéndose a él. En 1980, la NASA realizó un estudio y descubrió que 10 minutos rápidos de rebote eran hasta un 68% más efectivos que 30 minutos de trote.
Ocho participantes, de entre 19 y 26 años, caminaron y corrieron en una cinta de correr a cuatro velocidades y saltaron en un trampolín a cuatro alturas. Se midieron el consumo de oxígeno, los niveles de aceleración y la frecuencia cardíaca. Los resultados indicaron que, para niveles similares de frecuencia cardíaca (FC) y consumo de oxígeno (VO2), la magnitud de los estímulos biomecánicos fue mayor al saltar en un trampolín que al correr.
En otras palabras, el trampolín impuso mayor estrés físico a los cuerpos de los participantes (músculos, huesos y articulaciones) que la cinta, a pesar de que sus corazones y su respiración funcionaban al mismo nivel en ambos casos. Sus cuerpos absorbieron más fuerza al rebotar y reaccionar a la inestabilidad del trampolín.
Además, el trabajo externo producido a niveles equivalentes de consumo de oxígeno fue significativamente mayor al saltar en trampolín que al correr. La mayor diferencia fue de alrededor del 68%, mientras que el rebote también exigía un mayor esfuerzo físico que correr, al tener que saltar más alto, moverse más y tener las articulaciones y los músculos más activos, incluso, cuando el corazón y los pulmones funcionaban al mismo nivel. El salto en trampolín ofrecía un entrenamiento y un desafío más intensos.
El estudio también reveló que el consumo de oxígeno al saltar era “a veces más del doble de eficiente que al correr en cinta”, lo que significa que los participantes podían usar la misma cantidad de oxígeno para producir el doble de trabajo en un trampolín. Los tiempos de recuperación también fueron más rápidos, lo que lo convierte en un entrenamiento ideal para quienes desean ver mejoras más rápidas en su estado físico. Sin embargo, las desventajas de la investigación incluyen que se realizó exclusivamente en hombres y el pequeño tamaño de la muestra.
Para quienes deseen probar este entrenamiento, Aly Giampolo, instructora de California, recomienda usar el rebote de tres a cuatro veces durante la primera semana, aunque sea en periodos cortos de cinco a diez minutos y luego ir aumentando gradualmente hasta llegar a ejercicios como el rebote alto.
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