En los últimos días, un tema cotidiano se volvió viral en redes sociales: ¿conviene ducharse con esponja o es mejor dejarla de lado? El creador de contenido español Álvaro Fernández, conocido como Farmaceuticofernandez , reabrió el debate con una serie de argumentos que invitan a reconsiderar este hábito tan arraigado en la rutina de higiene personal.
Una de sus principales advertencias tiene que ver con la fricción. que generaque genera la esponja al frotarse sobre la piel. Aunque en principio parezca inofensiva, esta fricción puede resultar excesiva, eliminando más células cutáneas de las necesarias. Como explica Fernández, esto podría comprometer la barrera natural que protege nuestra piel de gérmenes y bacterias.
Otro punto crítico es la humedad constante en la que quedan las esponjas después de usarlas. “Ese ambiente cálido y húmedo, sumado a los residuos de células muertas, se convierte en el lugar perfecto para el crecimiento de bacterias”, advierte el especialista. Según su visión, prescindir de la esponja podría incluso ayudar a prevenir infecciones cutáneas y mantener la integridad de la piel.
Desde el campo médico, la dermatóloga Sofía Lucas, del Hospital Arnau de Vilanova en Valencia (España) y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, coinciden parcialmente. Si bien destaca que las esponjas pueden ser “un excelente exfoliante“, también reconoce que “el problema está en que las células muertas se quedan atrapadas en los huecos de la matriz fibrosa” y no siempre se eliminan del todo al enjuagarlas.
Por su parte, el dermatólogo estadounidense J. Matthew Knight, del Instituto Dermatológico Knight, refuerza esta mirada: “Aunque se enjuaguen bien y se cuelguen en el baño, siguen estando en un ambiente ideal para que proliferen bacterias”.
No todas las esponjas son iguales, y según el tipo de piel y los hábitos de cada persona, algunas pueden ser más convenientes que otras:
La recomendación general de los expertos no es necesariamente dejar de usar esponja para siempre, sino hacerlo con conciencia. Usarlas ocasionalmente para exfoliar, dejarlas secar completamente fuera del baño y reemplazarlas con regularidad son hábitos claves para evitar problemas cutáneos.
En personas con piel sensible, psoriasis, rosácea o afecciones similares, puede ser recomendable evitar su uso.
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