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La flânerie de la Política Argentina

Carlos Elizalde Por Carlos Elizalde | 14 de Febrero de 2025

En la política argentina contemporánea, hemos sido testigos de un fenómeno que bien podríamos llamar "la flânerie de la política". Este concepto, que proviene del término francés “flâneur”, describe a quienes vagan sin un propósito definido, pero que buscan explorar y experimentar. En los tiempos actuales, muchos políticos parecen haber adoptado esta actitud, convirtiendo su trayectoria en un constante paseo por las alianzas y agrupaciones, con el único fin de mantener su cercanía al poder.

Los hombres y mujeres que, en algún momento, se comprometieron con ideologías y creencias que prometían un cambio sustancial en la sociedad, han sucumbido a la tentación de transformar sus principios en meros instrumentos para su supervivencia política. Hoy, la ética y la moral han perdido su peso y relevancia en un mundo donde la búsqueda del beneficio personal y la conservación del estatus parecen primar sobre el bien común.

Este fenómeno no solo reduce la actividad política a un juego de poder, sino que también borra los ideales que motivaron a aquellos que alguna vez soñaron con un cambio real. La flânerie política se manifiesta en la incapacidad de muchos líderes de posicionarse firmemente en una ideología, en lugar de ello optando por mudarse de un grupo a otro en busca de conveniencia.

Es irónico que el flâneur, que alguna vez fue visto con desdén por su falta de dirección, ahora se haya convertido en el paradigma de muchos en la política. Sin embargo, este pasear sin rumbo ni propósito no solo afecta a quienes lo practican, sino que golpea a la sociedad en su conjunto. La falta de compromiso genuino y la búsqueda constante de alianzas estratégicas no solo distorsionan la política; también erosionan la confianza del pueblo en sus representantes.

El siglo XXI requiere líderes que no solo transiten por el paisaje político con ligereza, sino que también se detengan a observar, cuestionar y, sobre todo, actuar. Volver a conectar con los valores que abrigaron sus espíritus originales es vital. La comunicación entre los políticos y la gente debe restablecerse, y el compromiso con la justicia y el bien común debe ser prioritario.

La flânerie de la política argentina debe ser cuestionada y, con ello, inspirar un regreso a los fundamentos que guían a una sociedad justa. Es hora de que los políticos dejen de ser vagabundos en su propio juego y se conviertan en auténticos navegantes comprometidos con la transformación real de nuestra nación.

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