La designación llegó tras un plenario intenso, con negociaciones contrarreloj y tensiones entre los distintos espacios internos, que terminaron por consolidar su nombre como síntesis posible para encarar la reconstrucción partidaria y la estrategia rumbo a 2027.
El plenario contó con la presencia de los gobernadores Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Juan Pablo Valdés (Corrientes), quien fue acompañado por su hermano y antecesor, Gustavo Valdés, una de las figuras mencionadas como posible titular del partido.
También participaron históricos referentes como Gerardo Morales, el senador Maximiliano Abad, el cordobés Ramón Mestre, además de Daniel Angelici y el diputado Pablo Juliano, cercano a Facundo Manes.
Mientras en el interior del edificio de Alsina 1786 se alineaban los dirigentes que integran el armado de Provincias Unidas, en la esquina de Entre Ríos esperaban figuras como Pamela Verasay, reciente jefa del bloque radical en Diputados, y la cordobesa Soledad Carrizo, marcando desde el inicio un clima de divisiones internas.
Previo al encuentro, hubo un intento de acercamiento entre Gustavo Valdés y Alfredo Cornejo para destrabar un acuerdo más amplio, pero el esfuerzo no prosperó.
Según trascendió, el mendocino avalaba la postulación de Chiarella, aunque exigía tres lugares en la estructura partidaria y cambios en el documento final, especialmente que no se mencionara a Provincias Unidas.
Finalmente, unos 90 de los 102 delegados participaron del plenario el total se reduce por la intervención del radicalismo tucumano y proclamaron a Chiarella como nuevo titular del Comité Nacional.
El dirigente santafesino estará acompañado por Piera Fernández como secretaria General; Inés Brizuela y Doria continuará como vicepresidenta primera; Javier Bee Sellares ocupará la vicepresidencia segunda; y María Inés Zigarán, la tercera.
La mesa de secretarios incluirá, entre otros, a Daniel Kroneberger, Gabriela Valenzuela, Marcos Ressico, Danya Tavela, Ramón Mestre, Agustina Madariaga y Daniel Angelici.
Al ser proclamado, Chiarella no ocultó la emoción y lanzó un enérgico “¡Vamos la UCR, carajo!”, seguido por una promesa: “Vamos a dejar la vida por este partido.”
Reconoció que algunos consideraban a la conducción radical una “papa caliente”, pero aseguró que asumirla es “el desafío más hermoso” de su vida política. En su discurso, también apuntó a la situación nacional:
“La Argentina está en una grieta que sólo beneficia a quienes viven de ella. Nosotros queremos mostrar que existe otra forma de hacer y practicar la política, respaldada por los hechos y las gestiones de nuestros gobernadores e intendentes".
Con su llegada, la UCR inicia una nueva etapa marcada por el intento de unidad y la necesidad de definir un rumbo claro en un escenario político convulsionado.
Chiarella, representante del Foro de Intendentes, se convierte así en la apuesta joven del radicalismo para ordenar al partido y proyectarlo hacia el próximo ciclo electoral.
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