Una alimentación saludable y equilibrada es fundamental para mantener una buena salud física y mental a lo largo de la vida. Se trata de consumir una variedad de alimentos en las cantidades adecuadas, para asegurar que el cuerpo reciba todos los nutrientes esenciales que necesita para funcionar de manera óptima. Esta práctica no solo ayuda a prevenir enfermedades crónicas, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, sino que también mejora la energía, el estado de ánimo y la concentración.
La especialista afirma que hay cinco alimentos que son especialmente peligrosos, ya que dañan o disminuyen ciertas capacidades en tu cerebro. Esto se debe, explicó la profesional, a que estos comestibles alteran las bacterias presentes en el intestino, desencadenando procesos metabólicos e inflamación cerebral que empeoran el rendimiento su rendimiento.
Es por este motivo, que es importante reducir el consumo de estos alimentos lo máximo posible. Además, debemos evitarlos cuando estamos haciendo tareas que requieren concentración o aprendizaje, cómo estudiar o realizar un trabajo exigente. Incorporar productos frescos, integrales y naturales en tu dieta te ayudará a cuidar de tu cerebro y mantenerlo en su mejor estado durante toda la vida.
El consumo excesivo de azúcares refinados, especialmente aquellos que se encuentran en productos procesados, puede alterar significativamente las funciones cognitivas, como la memoria y la capacidad de aprendizaje. El azúcar provoca picos de insulina en el cuerpo, lo que puede interferir con el rendimiento cerebral a largo plazo.
Es importante tener en cuenta que no solo las golosinas y gaseosas contienen azúcares añadidos. Algunos alimentos procesados, como el tomate frito envasado o salsas comerciales, también contienen altas cantidades ocultas, lo que contribuye al consumo excesivo sin que sea evidente.
Los alimentos fritos, especialmente aquellos que contienen grasas trans, son conocidos por sus efectos perjudiciales sobre la salud cardiovascular. Sin embargo, también afectan negativamente la función cerebral.
Pueden reducir la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones y adaptarse a nuevas experiencias. Esto se traduce en dificultades para concentrarse y una disminución en el rendimiento intelectual.
Los carbohidratos refinados, como los que se encuentran en el pan blanco, el arroz blanco y las papas, tienen una alta carga glucémica, lo que significa que aumentan rápidamente los niveles de azúcar en la sangre. Estos picos, no solo afectan el metabolismo, sino que también pueden contribuir a enfermedades neurológicas a largo plazo.
Estos alimentos están preparados con grano o harina refinada a la que se le ha despojado de los nutrientes. Es recomendable sustituirlos por opciones más saludables, como pan integral, arroz integral y una mayor variedad de vegetales y legumbres. Las verduras de hojas verdes, frutas frescas, zanahorias, garbanzos y lentejas son excelentes alternativas para mantener una energía estable y proteger tu salud cerebral.
El consumo excesivo de alcohol también ha sido relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Un estudio publicado en 2018 en la revista British Medical Journal reveló que las personas que bebían más de 14 bebidas alcohólicas a la semana tenían un mayor riesgo de desarrollar demencia en comparación con aquellas que lo consumían de manera moderada.
Sus efectos también afectan negativamente la memoria a corto y largo plazo, hasta el punto de que puede provocar amnesia temporal, donde se olvidan períodos completos de la vida en los que se ha bebido en exceso. Por este motivo, limitar su consumo es fundamental no solo para la salud física, sino también para preservar la función cognitiva.
Los nitratos son compuestos utilizados en la industria alimentaria como conservantes y para mejorar el color en las carnes frías procesadas, en productos como el tocino y salchichas. Sin embargo, investigaciones recientes en el campo de la psiquiatría nutricional sugieren que su consumo excesivo podría alterar las bacterias intestinales de una manera que favorece el desarrollo de trastornos neurológicos, como la bipolaridad.
Estos alimentos procesados no solo pueden contribuir a problemas gastrointestinales, sino que también podrían tener efectos perjudiciales sobre la salud mental a largo plazo. Es recomendable consumir estos productos con moderación y optar por fuentes de proteína más saludables, como carnes magras, pescado y proteínas vegetales.
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