En los bebés, el llanto es una forma natural de solicitar cuidado y atención. En la edad adulta, puede haber una gama más amplia de emociones que desencadenan lágrimas:
Efectivamente, si se está ante una muy buena noticia o se cumple un sueño anhelado por mucho tiempo, es probable que la emoción embargue a la persona y rompa en llanto.
Las emociones abrumadoras pueden llevar a tener un nudo en la garganta, las palabras no aparecen y es ahí cuando las lágrimas se convierten en una fuente de comunicación.
Un estudio publicado en Frontiers in Psychology enfatiza cómo ver a una persona llorar obliga a los semejantes a ofrecer consuelo y apoyo empático voluntariamente. Responder con cuidado y amabilidad cuando se ve a alguien vulnerable es un instinto humano básico.
Otro estudio desglosa aún más la naturaleza comunicativa del llanto, mostrando cuatro razones principales por las que las personas derraman lágrimas de alegría:
Las lágrimas de felicidad suelen transmitir una historia conmovedora o un momento sincero, el denominador común es la impotencia que sienten todos en la extensión de las emociones creadas.
El acto físico de liberar una emoción del cuerpo, ya sea positiva o negativa, ayuda a lograr la homeostasis física y emocional, sugiere una investigación publicada en Emotion Review.
También cabe señalar otra interesante teoría sobre las lágrimas de alegría: se liberan porque el cerebro no siempre conoce la diferencia entre la tristeza y la felicidad. Para él, ambas dimensiones son estados de elevada intensidad y por ello activa el sistema nervioso parasimpático con el fin de relajar el cuerpo. Lo hace liberando acetilcolina, un tipo de neurotransmisor que activa los lagrimales.
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