Caminar 10.000 pasos diarios se ha convertido en un objetivo popular para quienes buscan mejorar su salud, pero esta cifra tiene un origen comercial más que científico. En la década de 1960, en Japón, se introdujo el "manpo-kei", un podómetro cuyo nombre significa "medidor de 10.000 pasos".
Fue una estrategia de marketing vinculada a los Juegos Olímpicos de Tokio para fomentar la actividad física, ya que en ese momento el promedio de pasos diarios de la población japonesa oscilaba entre 5.000 y 6.000.
Aunque la elección de este número fue aspiracional y no respaldada por estudios, se consolidó como un estándar global. El Dr. Elroy Aguiar, profesor de ciencias del ejercicio en la Universidad de Alabama, señala que la meta buscaba promover una actividad física superior a la media sin basarse en evidencia científica concreta.
Con el tiempo, los 10.000 pasos se popularizaron gracias a dispositivos tecnológicos y campañas publicitarias que adoptaron esta cifra como meta predeterminada.
Sin embargo, estudios recientes cuestionan su validez como referencia universal para la salud. Investigaciones como las realizadas por la Universidad de Granada sugieren que objetivos más modestos pueden ser suficientes.
El aumento progresivo de pasos diarios sigue asociado con mayores beneficios, pero estos tienden a estabilizarse a partir de los 8.000 pasos, con ganancias adicionales marginales.
Adaptar los objetivos a la realidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de actividad intensa por semana, lo que equivale aproximadamente a caminar entre 7.000 y 8.000 pasos diarios. Este enfoque refuerza la idea de que no es necesario alcanzar metas elevadas para mejorar la salud.
Adoptar metas personalizadas y realistas, considerando factores como edad, capacidad física y estilo de vida, es esencial. Incluso pequeñas dosis de actividad diaria tienen un impacto positivo significativo, especialmente para personas con estilos de vida sedentarios o limitaciones físicas.
En resumen, el mito de los 10.000 pasos tiene un origen más simbólico que científico, y los datos actuales sugieren que menos pasos pueden ser igual de efectivos para cuidar la salud y reducir el riesgo de mortalidad.
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