• cielo claro
    15 de Junio de 2025
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Ser leyenda: “Me sigue gustando el fútbol”

Prócer en Estudiantes, muy querido en Gimnasia, amado en Central y Nacional. Una gloria del fútbol que abrió las puertas de su casa para un recorrido lleno de recuerdos

A la casa de ingresa por un garage. Al lado derecho está la puerta que comunica con un salón y al final está la cocina. Un perro ladra y acompaña el recorrido. Se sale a un parque y en el fondo está el quincho, lleno de fotos, cuadros y reliquias. En la mesa se sienta Miguel Ignomiriello, que en el día de su cumpleaños 98 recibió a este medio para recorrer su rica trayectoria en el fútbol y dar el secreto para estar tan fuerte y lúcido. Fue antes de celebrar con 50 personas una cena llena de afectos y anécdotas.

“Me sigue gustando el fútbol. Es mi pasión desde los 12 años cuando jugaba con el equipo del Mercado de 4 y 49, pero entrenábamos en el Bosque. Miro por televisión y cuando puedo voy a la cancha. En Estudiantes los campeones tenemos una platea pero no veo del todo bien el campo, por eso prefiero la tele”, cuenta el cumpleañero dueño de una genética especial, con una hermana de 92 años con la que almorzará el domingo y con dos secretos que los revela con una sonrisa: “no haber fumado nunca y haber trabajado al aire libre bajo el sol tantos años”.

Don Miguel, resalta, no paró de recibir llamados de amigos y exfutbolistas. El primero fue José María Muñiz, puntero derecho de Nacional que fue el primero en irse a vivir a la Pensión que diseñó en el Club. Y Juan Ramón Carrasco, otro ídolo del Bolso. Pero también viejas glorias albirrojas como Alberto Poletti y Carlos Pachamé, futbolistas uruguayos de Nacional y muchísimos amigos de Rosario Central, en donde también sentó bases de exitosos equipos. “Hijitus Gómez fue uno de los que me llamó”.

Miguel Ignomiriello es Profe de Educación Física. Comenzó a trabajar en un colegio católico y en la década del ‘50 jugó al rugby en Universitario. Luego se dedicó de lleno a su profesión. Fue en Gimnasia, donde desembarcó en el fútbol amateur y formó planteles que años más tarde conformarían el Lobo del ‘62, con los hermanos Bayo, Minoian, Galeano, Rosl y Orejona. “La Tercera campeona de 1950 fue la primera vez que un equipo de la Ciudad se consagraba en esa categoría”.

“Pero está claro no queda la menor duda que el trabajo más importante, si me hacés elegir, fue en Estudiantes. Ese plantel de La Tercera que Mata fue luego la base del equipo campeón en Inglaterra. Nunca antes y nunca después un club que cinco años antes de la consagración tenía 3300 socios y una cancha de madera para 24 mil personas fue campeón del mundo. Ni siquiera Holanda con su escuela lo pudo conseguir”.

Le gusta la Selección de Lionel Scaloni. Le encanta. Y en la charla entre mate y mate destaca “el chico que le hizo el gol a Colombia... Almada, ese me gusta de los nuevos”. Pero de inmediato suma a su discurso la final entre Portugal y España. No se pierde partido que haya haciendo gala de una lucidez envidiable. Y cuenta que una vez sola se emocionó en una cancha: “En 1965 cuando la cancha estaba llena para ver un partido de la Tercera. Fue un fenómeno social increíble”.

“Ahora mis hijos no me dejan manejar sino me iría a ver los partidos de la Liga Amateur Platense. Me crié en 20 y 57 y miraba a Everton que estaba a dos cuadras. Ahora las canchas las tengo un poco más lejos y se me complica, pero iría con todo gusto”, despliega su pasión por un deporte que lo llevó a la Selección.

Fue parte del grupo de jugadores que se clasificó al Mundial de 1974 luego de un largo periplo por Tilcara que se denominó La Selección Fantasma, y otro que desparramó fútbol en Cannes. Estaban Bertoni, Trobbiani, Kempes, Tarantini y Bochini.

¿Cuáles fueron los mejores jugadores que entrenó? “El mejor arquero fue Alberto Poletti, ningún tipo de duda. Cuando lo ví descubrí que era el sucesor de Ogando. Debutó con 18 años. Carlos Pachamé fue extraordinario como Eduardo Flores. Y Juan Ramón Verón fue el mejor puntero que vi. También a Eduardo Luján Manera al que puse de 4 cuando vino a probarse. En Nacional entrené con Juan Ramón Carrasco y Darío Pereyra, considerado entre los 10 mejores jugadores de San Pablo. Y en Central puse en Primera a Aldo Pedro Poy, Pascutini y Quiroga”.


Si bien fue quien eligió a Osvaldo Zubeldía, no se atrevió a decir que fue mejor que Carlos Bilardo. “Los dos trabajaron fenomenal y fueron campeones del mundo, uno en Estudiantes y otro en la Selección”.

En el final habló de la muerte de Juan Ramón Verón, quien repitió fue de los mejores jugadores que dirigió en su vida. “Era el prototipo del wing que desbordaba y rompía las defensas. Era un adelantado y hoy se ven su juego en los principales equipos y selecciones”.

 

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