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Slow sex: los 7 beneficios que genera practicarlo

Esta manera de tener relaciones lleva a la pareja a otro nivel de placer teniendo en cuenta que cada segundo se saborea y cada caricia se intensifica.

En la intimidad de una relación, a veces es fácil caer en la rutina o dejar que las urgencias del día a día nos arrebaten los momentos tan especiales de tener sexo. Si bien un “rapidito” tiene su encanto y puede encender la pasión al instante, vivir cada segundo con total consciencia, saboreando cada caricia y beso como si el tiempo se detuviera, también lo tiene.

Eso es justo lo que busca el slow sex, una forma de vivir la sexualidad en la que el ritmo pausado y la plena consciencia son los protagonistas. Esta práctica se enfoca en desacelerar, en disfrutar cada instante del encuentro íntimo sin prisas, prestando atención a las sensaciones y a la conexión emocional, dejando que el placer surja de forma natural. En lugar de insistir en llegar al clímax con premura, el objetivo es disfrutar del proceso y la conexión con la pareja.
La comunicación entre la pareja es fundamental antes, durante y después del sexo. (Foto: Adobe Stock)

El concepto fue popularizado por la escritora estadounidense Nicole Daedone, en su libro Slow Sex: El arte y el oficio del orgasmo femenino, donde invita a las parejas a reconectarse con sus cuerpos y a las mujeres a redescubrir su orgasmo, sin que este sea la única meta. La idea es recuperar la profundidad de la experiencia sexual, dedicándole más tiempo y atención.

El slow sex está relacionado con el movimiento slow, que aboga por vivir de manera más consciente en todos los aspectos de la vida. En el ámbito sexual, esto implica crear un espacio donde ambos puedan disfrutar del encuentro sin expectativas o presiones externas. Es una invitación a redescubrir el placer de ver, sentir y conocer el cuerpo, utilizando todos los sentidos para entender cómo reacciona nuestra pareja.

Cómo practicar el slow sex en la relación

Practicar slow sex implica crear un ambiente donde el placer y la conexión fluyan sin prisas. Esta guía, paso a paso, ayudará a convertir cada encuentro en una experiencia única y profunda, donde ambos se sentirán más conectados y libres de presiones.

  • Hacer una pausa en la rutina diaria. Para disfrutar en plenitud de esta experiencia íntima, la pareja debe elegir un momento en el que ambos puedan dejar las preocupaciones a un lado y comprometerse a desconectar del estrés cotidiano y a centrarse solo en el presente y en sus cuerpos. Permitir que la habitación sea un espacio libre de presiones externas, un refugio donde puedan entregarse sin interrupciones ni distracciones.
  • Preparar el ambiente. El primer paso para un encuentro sin prisas es crear un espacio acogedor, cálido y libre de distracciones. Apagar el teléfono, regular las luces a una tonalidad suave y considerar incluir música tranquila o seductora y aromas agradables, como aceites esenciales. Tener presente que el sistema límbico, responsable de la memoria y el deseo, responde con intensidad a los olores. Por lo tanto, probar con fragancias suaves o velas aromáticas que conecten con momentos felices o excitantes.
  • Meditar juntos antes de empezar. Unos minutos de meditación compartida pueden reducir el estrés y sintonizarlos a ambos para el encuentro. Además, les ayudará a desconectar de preocupaciones externas, estableciendo una atmósfera de paz que los preparará para la experiencia. Sentarse juntos, respirar profundo y concentrarse en sincronizar sus energías.
  • Comenzar con caricias prolongadas. Dedicar tiempo al juego previo, recorriendo zonas como los pies, los dedos, detrás de las rodillas, el cuello y la cara interna de los muslos. Cada toque crea una sensación de anticipación y hace que el placer se intensifique de manera gradual. La clave es disfrutar el momento sin avanzar con rapidez a zonas más íntimas. Dedicar tiempo a dar y recibir masajes eróticos que se enfoquen en la relajación y el disfrute. Utilizar aceites esenciales y crear un ambiente sensual con música suave y luces tenues.
  • Dejarse llevar por los besos. Besar es una de las maneras más íntimas de conectar y, al practicar slow sex, esta acción cobra un nuevo significado. Probar texturas diferentes en los labios, como bálsamos o aceites y explorar cómo responder con mayor sensibilidad a cada beso. Dedicar tiempo a besar a la pareja incrementa la química y crea una atmósfera de cariño y deseo.
  • Explorar las sensaciones sin apresurarse. Permitir que cada rincón del cuerpo se abra a la experiencia, sin prisas. Cerrar los ojos y sentir cómo el tacto de la pareja despierta cada parte de nuestra piel, dándole protagonismo a los gestos y caricias que van más allá de lo habitual. Dejar que las manos, los labios y la lengua sean los guías, explorando de manera consciente y sin apuro.
  • Conectarse a través de lo visual. Mirarse a los ojos es una de las formas más íntimas de comunicación. Sentarse frente a la pareja y dedicar un momento a mirarla a los ojos sin decir nada, dejando que las miradas hablen. A través del contacto visual, se genera una energía palpable, donde cada mirada transmite deseo y anticipación, conectándolos profundamente.
  • Sincronizar los movimientos y la respiración. El slow sex invita a que el ritmo de sus cuerpos se alinee en una sincronía íntima y armoniosa. Explorar posturas sexuales que permitan mirarse a los ojos o abrazarse y donde cada movimiento se siente conectado y cada roce profundiza el vínculo emocional. Mantener un ritmo pausado o moderado en las caricias y la penetración ayuda a que ambos se sumerjan en el momento, disfrutando de una experiencia más plena y consciente.
  • Cerrar el momento con ternura. Al finalizar, darse el tiempo de saborear la intimidad con abrazos y palabras de cariño. Un simple abrazo prolongado, una ducha juntos o susurrar una frase erótica al oído para proponer una repetición, pueden convertir el culmen del encuentro en una reafirmación de su vínculo. Estos momentos de calma, después de toda la intensidad, son una forma hermosa de prolongar la conexión y dejar una sensación de paz en ambos.

Los 7 beneficios de esta práctica

  1. Promueve el contacto visual durante el encuentro sexual. El contacto visual es una de las formas más potentes de comunicar intimidad y emoción durante el sexo. Mirar profundamente a tu pareja refuerza el lazo afectivo y mostrando un interés genuino en el otro, generando una conexión que va más allá de lo físico. Según una publicación de Psychological Science, la mirada de una persona no solo puede reflejar el deseo, sino también la empatía y el entendimiento hacia su pareja. Además, esta forma de comunicación no verbal permite transmitir confianza sin necesidad de palabras, así como crear una sincronía especial. Ver el deseo en los ojos de tu amante es excitante y genera anticipación sobre lo que sucederá, a continuación.
  2. Promueve encuentros más largos y placenteros. La rapidez que caracteriza el sexo, a menudo, puede hacer que los encuentros se vuelvan rutinarios y menos satisfactorios para las mujeres, puesto que se ignora el tiempo y estímulo que necesitan para disfrutar en plenitud. Según un estudio de The Journal of Sexual Medicine, ellas requieren, en promedio, 13.41 minutos de estimulación para alcanzar un nivel adecuado de excitación que les permita llegar al clímax. Sin embargo, cuando las parejas dedican más tiempo al encuentro, pueden relajarse y disfrutar de una experiencia sin presiones, lo que fomenta una conexión más profunda y sensual.
  3. Mayor libertad para experimentar en la intimidad. Con el tiempo de su lado, las parejas pueden aventurarse más allá de lo predecible, redescubriendo la intensidad en las caricias y permitiendo que cada encuentro se sienta único. En esta intimidad sin prisas, puedes explorar de manera consciente la riqueza de cada rincón del cuerpo de tu amante. Bastan simples actos como un masaje lento en la parte baja de la espalda o el roce suave de las piernas, para despertar sensaciones que quizás nunca antes habían experimentado. Cada toque y susurro se convierte en una invitación a conectar a otro nivel, haciendo del encuentro una experiencia estimulante. Esta libertad también da lugar a juegos previos prolongados, nuevas posiciones o incluso el uso de juguetes sexuales, evitando que el acto se vuelva monótono.
  4. Elimina la presión de tener que llegar al orgasmo. La ansiedad por el rendimiento surge de la expectativa de “no terminar demasiado rápido” o alcanzar el orgasmo en cada encuentro. Factores como el estrés, la falta de tiempo o incluso la excitación insuficiente pueden contribuir a esta presión, dificultando el disfrute pleno y la conexión auténtica con la pareja. El slow sex ayuda a ambos a relajarse y a dejar de lado la preocupación por un desempeño perfecto. Así, cuando el orgasmo no es el objetivo principal, puede suceder de manera más espontánea e intensa. Al final del día, lo mejor de un encuentro sexual es sentir y dejarse llevar, con el fin de convertir el momento en algo inolvidable.
  5. Pone foco en las sensaciones de ambas partes. En encuentros más pausados, se tiene la oportunidad de prestar una atención mucho mayor a las sensaciones físicas. Esto incluye todo, desde el tacto y los besos hasta las formas más sutiles de caricias y susurros. Cada sensación cobra mayor importancia, lo que hace que el acto sexual sea más rico y profundo. Las caricias lentas y suaves juegan un papel fundamental. La atención a los detalles también fomenta una mayor conexión emocional. Al estar presente en cada momento, se puede experimentar el placer desde una perspectiva más consciente, lo que lleva a una satisfacción que trasciende lo físico para incluir lo emocional.
  6. Mejora la comunicación sexual. Al tener más espacio para explorar y experimentar, las parejas se sienten más cómodas hablando sobre sus preferencias, deseos y necesidades. Esta apertura no solo mejora el encuentro y fortalece la confianza mutua, sino que también desarrolla una experiencia sexual positiva. Cuando existe una comunicación abierta y honesta, ambas partes se sienten más comprendidas y valoradas en la relación.
  7. Promueve la exploración mutua. El slow sex es una invitación a explorar cada detalle del cuerpo de tu pareja con una curiosidad renovada. Este enfoque abre la puerta a descubrir nuevas zonas erógenas, probar distintas formas de placer y disfrutar realmente de cada toque. Imagina dedicar tiempo a mirar cada centímetro de piel, a explorar los pequeños gestos y reacciones de tu pareja… la intimidad se convierte en un juego de descubrimiento sin fin, donde la conexión crece con cada encuentro.

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