La mayoría de las personas ama los días soleados y muchas de ellas pueden pasar horas tomando sol, mientras que para otras personas esto no es sinónimo de disfrute, sino de incomodidad y malestar y, pese a que no se trata de un tema que sea común, existe la fobia al sol y se llama tanofobia o heliofobia.
No se trata solo de preferir la sombra o de tener precaución con los rayos ultravioletas sino que es un miedo más profundo, persistente, que puede condicionar rutinas enteras, las decisiones cotidianas, las relaciones sociales o el trabajo.
La fobia al sol, tanofobia o heliofobia, es el miedo excesivo al sol o a la luz solar. No es evitar asolearse por precaución o incomodidad, sino más bien un temor o ansiedad a solo exponerse o pensar en exponerse a la luz del día. Este pavor impide hacer una vida normal y puede provocar síntomas físicos. Por eso, en un mundo donde gran parte de las actividades ocurre al aire libre, esta afección puede volverse muy limitante.
La psicóloga española Ana Asensio señaló que las personas que padecen tanofobia son mayormente mujeres que llegan al punto de alterar su vida porque tienen un pánico real a cualquier acción o consecuencia del sol. “Son personas que se aíslan y llevan una vida más nocturna”, señaló, a la vez que dijo que el límite para saber si lo padecemos es darse cuenta si nos está afectando en nuestra vida diaria.
Aunque el sol aporta vitamina D, necesaria para el organismo, en exceso es dañino. Los rayos UV pueden ocasionar quemaduras, insolación, incluso cáncer de piel. Estos conocimientos son las principales razones por los que surge la fobia, sobre todo si está acompañada de experiencias traumáticas previas. Además, entre sus causas, también están las siguientes:
En otros casos, las personas no recuerdan por qué apareció su fobia ni existe una causa identificable. Solo saben que el sol les genera un miedo que no pueden controlar.
Los síntomas de la tanofobia varían de una persona a otra, pero suelen combinar manifestaciones emocionales, conductuales y físicas. Dentro de estas últimas, aunque la exposición al sol sea leve o controlada, hay reacciones como náuseas, temblores, sudoración y taquicardia. Asimismo, de acuerdo con la situación particular, alguien con este tipo de fobia puede sentir desde incomodidad hasta un temor que le paraliza o debilita. Los especialistas destacan los siguientes:
En general, la fobia al sol puede mejorar con distintas estrategias o técnicas y las mismas son:
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