Tener plantas en casa, en el escritorio o en un balcón no es solo una cuestión decorativa: cada vez más estudios muestran que este hábito cotidiano puede ser clave para mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés.
Investigaciones recientes publicadas en el International Journal of Environmental Research and Public Health confirman que la presencia de plantas en ambientes interiores está asociada con beneficios psicológicos concretos. Desde una mayor sensación de calma hasta mejoras en la concentración, el verde se posiciona como un verdadero aliado de la salud mental.
No hace falta estar en un bosque para experimentar los efectos positivos del entorno natural. La biofilia, esa atracción innata del ser humano por la naturaleza, también se activa en contacto con elementos vegetales dentro del hogar. Estudios revisados en la publicación científica señalan que tener plantas puede ayudar a disminuir los niveles de ansiedad y tensión, sobre todo en contextos urbanos donde el contacto con espacios verdes es limitado.
El simple acto de cuidar una planta, observar su crecimiento o regarla cada mañana genera una conexión emocional y rítmica con el entorno. Esta rutina favorece la regulación del estrés y promueve momentos de atención plena. Incluso en entornos de alta exigencia, como el teletrabajo o el estudio, la presencia de plantas mejora el confort y reduce la percepción de fatiga mental.
Las personas que conviven con plantas en su hogar o lugar de trabajo reportan niveles más altos de bienestar subjetivo. Según los estudios, este efecto se potencia cuando las plantas son visibles desde el área de descanso, estudio o alimentación. Algunas de las mejoras más frecuentes documentadas incluyen:
Además, los entornos verdes estimulan la creatividad y favorecen el descanso visual, lo cual resulta especialmente importante en contextos de sobrecarga digital.
Tanto las especies decorativas como las aromáticas, las de interior o las de balcón, pueden funcionar como recursos para mejorar el equilibrio emocional. No se trata de llenar la casa de macetas, sino de crear espacios vivos, con vegetación accesible y visible, que inviten a pausar.
La presencia de plantas también puede ser beneficiosa para personas mayores, personas que viven solas o que transitan situaciones de aislamiento. Cuidarlas puede convertirse en una forma de sostén emocional y en una actividad significativa que rompe la rutina y aporta estructura al día.
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