En un rincón del nordeste argentino, en la provincia de Corrientes, cada año se escribe una historia distinta pero con el mismo espíritu: jóvenes del Colegio San José de los Hermanos Maristas de Pergamino emprenden un viaje que los transforma tanto a ellos como a las comunidades que visitan. Se trata de la misión solidaria que, desde 2021, tiene como destino la localidad de Colonia Libertad, pero que se gestó mucho antes, con una década de experiencia misionera en el Chaco profundo.
Todo comenzó con una recomendación del Obispo. El organizador de la misión, movido por la fe y el deseo de compartir el carisma Marista, se contactó con el sacerdote de Colonia Libertad y, tras un viaje de dos días para conocer el lugar, surgió lo que hoy es una experiencia que conmueve y moviliza a toda la comunidad educativa.
Durante cinco días, estudiantes de los últimos años del nivel secundario -acompañados por docentes, exalumnos y algunas familias- comparten con los vecinos del lugar no solo su tiempo y su alegría, sino también el mensaje del Evangelio. No es una excursión ni un simple viaje de fin de curso: es una vivencia profundamente espiritual y humana, que busca reflejar el amor de Dios y de María en lo cotidiano.
Este año, la misión se desarrolló del 25 al 30 de mayo, y participaron 87 jóvenes, entre alumnos actuales, exalumnos y estudiantes de otros colegios que se sumaron a esta propuesta. Cada uno llevó en su mochila más que ropa y artículos personales: cargaron ilusiones, abrazos, palabras de aliento y sobre todo, un corazón dispuesto a escuchar, a jugar con los niños, a estar presente.
La misión Marista no es improvisada. Requiere organización, compromiso y una profunda convicción de que la solidaridad es camino y respuesta. Los jóvenes comparten juegos, talleres, celebraciones litúrgicas y espacios de reflexión tanto con los niños como con las familias del lugar. Pero además, construyen puentes invisibles que quedarán para siempre: puentes de afecto, de confianza y de hermandad.
El legado de San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, se hace carne en cada uno de estos gestos. “Dar a conocer a Jesús y hacerlo amar”, decía él, y esa frase sigue siendo guía y motor. No por casualidad, su día se celebró el pasado 6 de junio, apenas unos días después de esta intensa experiencia en Corrientes.
El entusiasmo que despierta esta misión es tal, que ya hay más de 120 chicos en lista de espera para poder participar en las próximas ediciones. Esta fuerte demanda no solo habla del compromiso y del interés de los jóvenes, sino que también está impulsando a la organización a pensar en nuevas misiones, con el objetivo de que nadie se quede afuera de esta vivencia transformadora.
Cabe destacar que este viaje no sería posible sin la solidaridad activa de toda la comunidad del Colegio San José. Familias que colaboran, docentes que acompañan, voluntarios que se suman con generosidad y un espíritu de servicio que contagia. Cada uno aporta lo que puede: tiempo, recursos, ideas, apoyo logístico. Y esa suma de voluntades convierte a la misión en un verdadero trabajo en comunidad, donde el amor se traduce en acciones concretas.
Además de la misión de mayo, está prevista una segunda experiencia para los primeros días de octubre. Se trata de una nueva oportunidad para sembrar esperanza, para llevar un mensaje de fe, y también para que los jóvenes comprendan que el mundo se cambia desde lo pequeño, desde el estar, desde el mirar al otro con empatía.
La misión a Colonia Libertad es, en definitiva, un testimonio vivo de lo que puede lograrse cuando la fe y la solidaridad se abrazan. Y en ese gesto, humilde pero profundo, la comunidad Marista de Pergamino continúa dejando huella.
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