El Jardín de Infantes N° 926, ubicado en calle Guiraldes al 2000, fue víctima de un violento robo durante el fin de semana largo. El hecho dejó como saldo vidrios rotos, mobiliario dañado y materiales saqueados, afectando gravemente el funcionamiento de la institución. El lunes, solo se pudo brindar el servicio de comedor, y el martes se repetirá la misma modalidad, sin clases normales.
El edificio no solo alberga al Jardín 926, sino que también es sede del Centro de Educación Complementaria (CEC) N° 801, espacio donde niños y jóvenes realizan actividades educativas en contraturno. El ataque impactó así a dos instituciones fundamentales para la comunidad, que comparten el mismo predio y sostienen su labor con esfuerzo cotidiano.
El perjuicio económico es profundo. El jardín se mantiene gracias a ferias americanas, aportes voluntarios de docentes y gestiones comunitarias, que permiten cubrir necesidades que exceden el presupuesto oficial. Cada recurso robado o destruido representa horas de trabajo, compromiso y dedicación.
Desde la comunidad educativa se exige acompañamiento institucional y respuestas concretas. Lo ocurrido no solo vulnera el derecho a la educación, sino que atenta contra el tejido de solidaridad que sostiene a estas instituciones. El Jardín 926 y el CEC 801 son espacios de contención, aprendizaje y futuro. Hoy, están heridos por la violencia y el abandono.
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