Cuatro personas fueron condenadas a cuatro años de prisión por haber colaborado en la captación y acogimiento de por lo menos ocho víctimas con el objetivo de conseguir réditos económicos de ellas mediante la reducción a la servidumbre, además de someterlas a distintas prácticas de índole sexual. Al momento de los hechos, una de las damnificadas era menor de 18 años.
Las cuatro personas fueron condenadas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 de San Martín, en el marco de un juicio abreviado. De acuerdo con los jueces Walter Antonio Venditti, Fernando Machado Pelloni y Daniel Omar Gutiérrez, los imputados Francisco Aurelio Pugliese, Leonardo Abel Gandarinho, Carina Lorena Cardoso y Lisa Beatriz Baissetto participaron en calidad de partícipes secundarios del delito de “trata de personas agravado por haber sido cometido mediando engaño y aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad de las víctimas, contra más de tres víctimas, con la participación de más de tres personas y la intervención del ministro de un culto no reconocido”.
Además, según el sitio Fiscales, se les endilgó una participación secundaria en el delito de “abuso sexual agravado por haber sido cometido con acceso carnal, en forma gravemente ultrajante, por parte del ministro de un culto no reconocido, con la intervención de más de tres personas y contra una menor de dieciocho años, aprovechando una situación de convivencia preexistente”.
La investigación se originó a través de una denuncia anónima realizada por correo electrónico y recibida por la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex). En ese correo, una de las víctimas -identificada luego en la causa- dio cuenta de los diferentes hechos sufridos en el marco del templo “Abba Krishna”. Como consecuencia de ello, la Protex formuló una denuncia y el 2 de febrero de 2021, la Fiscalía Federal Nº 1 de Morón formuló su requerimiento de instrucción.
A los cuatro involucrados en el expediente se les reprochó el haber colaborado en la captación y acogimiento, desde una fecha indeterminada y hasta el 5 de diciembre de 2021, de un número desconocido de personas entre las cuales fueron identificadas ocho víctimas, mediante engaño y aprovechándose de su situación de vulnerabilidad, para finalmente obtener réditos económicos de ellos mediante la reducción a la servidumbre, además de someterlos a distintas prácticas de índole sexual. A tales fines, el grupo de personas se amparó en el culto “Abba Krishna”, que contaba con rasgos sectarios. El modo de operar se vio caracterizado por procesos paulatinos en los cuales la organización se ganaba la confianza de sus fieles e imponía distintas pautas en concepto de “avance espiritual”.
Los allanamientos se llevaron a cabo el 5 de diciembre de 2021. En esa oportunidad, cinco personas fueron detenidas y se logró el secuestro de importantes sumas de dinero (tanto de dólares como de pesos), municiones, armamentos, de medicamentos, un cartucho de bala, un cartucho de escopeta y documentación de interés para la causa. En la causa, con respecto al hombre identificado como el líder de la organización, se suspendió el avance del proceso penal en su contra por “incapacidad sobreviniente”. Además, otra persona falleció antes de iniciar el debate.
Cada vez que una persona ingresaba al templo debía completar una planilla con los datos personales, detalles de su situación emocional y aspectos de su vida que querían “sanar”. En cada encuentro, esa información se iba actualizando. De esta manera, el líder de la banda tenía pleno conocimiento de la situación sentimental de los fieles y cómo las distintas actividades del templo iban impactando en sus personalidades.
En caso de que un asistente dejara de concurrir, se lo llamaba por teléfono y se le insistía para que volviera. Una vez que los fieles tomaban confianza con las personas y actividades del templo, el primer paso para “avanzar espiritualmente” y “purificar sus almas” era hacer “Bhakti Yoga” o “servicio”. Al respecto, el líder les explicaba a sus víctimas que “si se recibe, hay que dar”, por lo que debían hacer servicio devocional, que consistía en limpiar el lugar, mantener el jardín o ayudar en la preparación de las sesiones y comidas -vegetarianas- que se ofrecían. Además, debían realizar aportes económicos para el templo. Para esto, los fieles debían asistir más días. Como consecuencia, las víctimas acotaban sus espacios personales de ocio y contacto social con sus familiares y amigos, de acuerdo a la reconstrucción que publica Fiscales.
A las mujeres no se les permitía mantener relaciones sexuales, bajo el pretexto de que el cuerpo era un templo al cual “no se le debía permitir entrar a cualquiera”. Sin embargo, existía un “camino espiritual” en el cual se avanzaba desde la entrega sexual del cuerpo y que estaba controlado por el líder espiritual mediante acercamientos, tacto en zonas íntimas en concepto de “apertura de chakra sacro”, besos en la boca, sexo tántrico y, finalmente, con penetración.
El templo Abba Krishna estaba preparado para que los fieles pudieran también pernoctar. Según señaló la fiscalía, el control que se tenía sobre las víctimas permitía exigir altos porcentajes de sus ingresos (ya sea que trabajaran en relación de dependencia o para el templo), por lo que su capacidad económica se veía fuertemente reducida.
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