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Misogamia, el nuevo factor que pone en jaque la forma de relacionarse sentimentalmente de los jóvenes

Las maneras de vincularse fueron cambiando en los últimos años y parecería ser que el matrimonio es una formalidad que cada vez convence a menos parejas.

En los últimos tiempos, se fueron derribando ciertos estereotipos en lo que a relaciones se refiere luego de que se empezó a hablar de poliamor, relaciones abiertas o swingers, entre otros. Si bien no se trata de nada nuevo, es ahora cuando estamos empezando a familiarizarnos con estos términos que cada vez se desmarcan más del tipo de pareja más normativo: la monogamia.

Trabajo, casa, pareja, matrimonio, hijos, es el orden tradicional de prioridades que se supone que debería seguir una persona para alcanzar la estabilidad, pero cada día vemos cómo estos patrones, especialmente en la pareja, van transformándose y reconvirtiéndose. “¿No piensan casarse?”, es una pregunta recurrente en aquellas parejas que llevan un tiempo juntas, pero lo curioso es que la respuesta que va ganando terreno es “no”.

Algunas parejas ya no eligen casarse. (Foto ilustrativa: Adobe Stock)

Los resultados del último informe “Transformación y crisis de la institución matrimonial en España” elaborado por el Observatorio Demográfico del CEU (con datos del INE y Eurostat) reflejan que la nupcialidad se desplomó en Europa, así como las bodas celebradas según el rito católico.

Los matrimonios religiosos católicos son los que sufrieron el mayor descalabro: si en 1980 el 96% de los matrimonios se celebraban por la Iglesia, en la actualidad no llegan al 22%. A ello se suman, además, las personas que reconocen que no se casarían por nada del mundo, algo que se conoce como misogamia.

Qué es la misogamia

La misogamia es el rechazo o aversión hacia el matrimonio. Este término data de mediados del siglo XVII y proviene del griego misos, que significa odio, y gamos, que significa matrimonio. Sin embargo, no se trata de un odio hacia el matrimonio en sí, sino más bien de una aversión a la institución matrimonial y a los roles tradicionales asociados a ella. Las personas misógamas, en general, prefieren relaciones libres de compromisos formales y legales. Valoran la independencia, la autonomía y la flexibilidad que ofrece una relación no matrimonial.

Pero un rechazo al matrimonio no implica un rechazo al compromiso, según explica la psicóloga española Beatriz Galván, quien dijo además que las personas pueden decidir no casarse por distintas causas, como experiencias anteriores, creencias personales o la preferencia por relaciones no tradicionales.

Hay parejas que prefieren viajar y no gastar dinero en una boda. (Foto: Adobe Stock)

Asimismo, indicó que el compromiso puede manifestarse de distintas maneras como, por ejemplo, tener una relación de pareja estable y duradera sin la necesidad de formalizarla a través del matrimonio. “El matrimonio es una de las muchas formas de expresar el compromiso y su ausencia no implica automáticamente un rechazo”, dijo

Las razones detrás de la misogamia

Las personas que experimentan misogamia pueden tener múltiples razones para su rechazo al matrimonio. Por ejemplo, hay quienes ven la unión formal como una restricción de la libertad que limita las opciones y aspiraciones individuales, pero esto no significa que rechacen las relaciones románticas o a la convivencia con una pareja y, de hecho, pueden tener relaciones estables, pero prefieren no formalizarlas a través del matrimonio.

Otras personas pueden haber tenido experiencias negativas en relaciones anteriores o haber observado las dificultades y conflictos que el matrimonio puede traer, sobre todo a nivel legal y de reparto de bienes. “Si hemos vivido situaciones difíciles o traumáticas en relaciones previas, estas experiencias pueden dejar huellas emocionales que afectarán a la forma en que nos relacionamos con los demás. Pueden generar alteraciones emocionales, dificultades para relacionarnos, miedo al compromiso, desconfianza”, indica Galván.

Así como hay un mayor número de personas que optan por no casarse, también vivimos un momento en el que el número de divorcios también es más alto. “Las expectativas sobre las relaciones han cambiado; muchas personas buscan mayor satisfacción emocional y personal en su relación. En algunos casos, ante dificultades o conflictos en la relación, este aspecto puede llevar a optar por la separación antes que el trabajo en la relación de pareja”, dijo Galván.

Pero cada caso es único y la especialista señaló que el aumento en el número de divorcios también puede verse afectado por una mayor aceptación social del divorcio o por la independencia económica de los diferentes miembros de la pareja.

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