Pocos jugadores generan una opinión sobre ellos tan unificada como lo es Walter Storani. La Queca es un tipo querido por todos en el ambiente del básquet. Pergaminense de nacimiento pero rafaelina por adopción, el interno a base de mucho esfuerzo y dedicación logró ganarse su lugar dentro del básquet argentino y dejó una huella muy grande.
Luego de dar sus primeros pasos en clubes de Pergamino, comenzó a jugar en las competencias nacionales de la mano de Quilmes de Mar del Plata con quien, en la 98/99, consiguió el primero de sus tres ascenso del TNA a la Liga Nacional. En 2001 llegó a Ben Hur de Rafaela y esa misma temporada logró ascender por tercera vez a la máxima categoría. En el medio subió con Gimnasia de La Plata, en la 2000/01.
En el club de Rafaela vivió la mejor etapa de su carrera. En 2004, tras su experiencia en Real Madrid, Julio Lamas llegó para entrenar el equipo y bajo su mandato como entrenador se vivieron los mejores años de la institución: campeones de la Liga Nacional en la 2004/05 y de la Liga Sudamericana en 2006. La Queca fue uno de los pilares importantes de ese proceso. Además, el bonaerense, fue elegido Mejor Sexto Hombre de la Liga Nacional en la 2005/06.
Hoy ya retirado como jugador, la Queca sigue ligado al básquet como entrenador en Independiente de Rafaela. Dialogamos con él sobre su carrera como jugador, esa etapa en Ben Hur, Leo Gutiérrez, la Selección y más
- Desde tu retiro, ¿en algún momento te sentaste a analizar tu carrera como jugador?
Sí, de a ratos, de a momentos, porque si bien hace 12 años que estoy como entrenador, ahora estoy abocado de lleno, y por ahí miro en retrospectiva y analiza un camino largo y difícil. Estar tanto tiempo en el básquet profesional, fueron 17 años, orgulloso de lo hecho. Por ahí cuando lo vivís no lo ves de esa manera, pero hoy que lo miro de lejos, veo lo que cuesta, el sacrificio que hizo la familia y uno para hacer algo que te gusta, y la verdad que estoy orgulloso del trayecto recorrido.
- Fueron 17 años como profesional pero jugando al básquet más de 30
Sí, en Primera fueron 32. Los primeros años, a los 17, en Juventud de Pergamino, hasta llegar a los 22 o 23 años a Gimnasia en la Liga Nacional, después hasta el 2012 como profesional. Era un sueño jugar la Liga Nacional, tuve la suerte de jugarla 11 o 12 años, después 5 temporadas de TNA, también Torneo Federal después. Muy contento. Un largo recorrido. Cuando dejé el básquet profesional jugué 8 años en Independiente de Rafaela, algo que también era impensado, en lo que sería Primera local. Ahí tuve la suerte de jugar junto con mi hijo. El básquet me dio tantas cosas que se coronó con eso.
- Si tuvieses que hacer un resumen o un balance de tu carrera, ¿cuál sería?
Era un sueño. Fijándome hoy en retrospectiva, con mis condiciones técnicas individuales, era muy difícil y fue en base al trabajo, mucho trabajo, mucha constancia, mucha disciplina en busca de ese sueño. Nunca me consideré, porque no lo soy, un jugador talentoso, y tenía que suplir eso con esfuerzo. Era un sueño que lo pude hacer realidad en base a esas cosas.
-¿Cuál crees que fue la cúspide de tu carrera como jugador y cuál el momento más importante?
Como jugador en lo deportivo, la etapa en la que se ganó la Liga Nacional y la Liga Sudamericana. De hecho, ese equipo ostenta hasta el día de hoy el récord de partidos ganados en una temporada en la Liga Nacional. Fueron años de cúspide desde lo deportivo, yo ya tenía más de 30 años, y esos años dejaron muchas cosas que se vieron reflejadas después. Del lado de lo emocional, el hecho de jugar con mi hijo. Cada vez que iba a jugar era un disfrute extra, ya no había básquet profesional de por medio con todo lo que eso implica. Jugar con mi hijo fue como la frutilla del postre.
-¿Cómo fueron esos años en Ben Hur, campeón de Liga Nacional, campeón de Liga Sudamericana, jugando a un nivel exorbitante, con jugadores de otra jerarquía?
La verdad que cuando se armó el equipo, no se había armado para lograr lo que se logró. Julio Lamas hizo un trabajo tremendo, jugando un básquet adelantado para la época. A medida que iban pasando los partidos la ilusión era cada vez más grande, se trabajaba mucho. No estábamos preparados de ante mano para el éxito deportivo que tuvimos. Sí tuvimos muchas horas de trabajo con una cabeza como la de Julio adelante que nos marcó el camino. En ese momento, Leo Gutiérrez estaba en un nivel tremendo y era un líder nato del equipo. Mejora tras mejora, resultado tras resultado. Creo que se disfrutó más por no ser planificado, porque si lo hubiésemos planificado antes a ser campeones, no hubiese salido tan perfecto. Si no recuerdo mal, ese año jugamos entre Copa Argentina, Liga Sudamericana y Liga Nacional, como 80 partidos y no recuerdo si perdimos unos 10. Muy acostumbrados a ganar, éramos un equipo con mucha mentalidad ganadora, íbamos a ganar a cualquier cancha, mucha confianza en el entrenador, entre los compañeros. Todo eso se veía reflejado en la cancha a la hora de jugar, el compromiso por el equipo estaba delante de todo.
- Si bien eran jugadores habituales de Liga, de buena calidad, que venían compitiendo, el único que sabía lo que era ganar era Leo.
Si, totalmente. Leo había estado en España, venía de ser medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, había tenido un paso corto por Obras antes de venir a Ben Hur y era el único que había ganado una Liga Nacional. Pese a que tenía 27, 28 años, era un líder nato. Nos encaminamos atrás de Leo y de Julio que eran las dos personas de más jerarquía en el plantel, pero a la hora de laburar estábamos todos haciéndolo a la par y eso se veía reflejado después en el juego. Ese año se viajó mucho, éramos una familia. Pasábamos mucho tiempo juntos entre entrenamientos y viajes. Cuando nos tocaba jugar afuera eran varios los días que pasábamos juntos y más con la Liga Sudamericana que se jugaba entre semana, entonces estábamos mucho tiempo juntos y había un muy buen clima. No se nos hacía pesado. Del lado físico fue muy duro también pero estábamos muy bien preparados, salvo la lesión de Pablo Albertinazzi al final de temporada, no hubo lesiones graves. El hecho que haya habido una muy buena relación y que nos hayamos llevado tan bien en la convivencia, en el día a día, fue clave, determinante para poder lograr lo que logramos.
- Cómo jugaba ese equipo.
Fue un básquet más parecido a lo que se juega hoy que lo que se jugaba en esa época, con mucho más dinámica, con los dos pivotes titulares que eran Jason Osborne y Leo Gutiérrez con altísimos porcentajes en tiros de tres puntos, jugando muy bien de frente al aro. Se hizo mucho hincapié en el pase extra, cero egoísmo, algo que en ese momento era completamente impensado de jugar. Un plan ideado por Julio pero ni en el día más optimista iba a pensar que iba a salir como salió. Lamas venía de Real Madrid, de dirigir a otra jerarquía de jugadores. Hasta el día de hoy se puede ver que ese básquet nuestro era muy diferente al que jugaba el resto de la Liga.
- Aparte viniendo de Europa con la calidad de jugadores que tenía él allá, a poder implementarlo en Argentina, con el nivel de jugadores y con la forma en la que se jugaba acá. No solo él por implementarlo, sino la parte de los jugadores de poder ejecutarlo.
Totalmente. Tuvimos una muy buena preparación, nos costó la adaptación porque era un básquet completamente distinto. Yo tenía 31 años, estaba acostumbrado a jugar de una forma pero era totalmente otra cosa. Un juego mucho más dinámico, con diferentes alternativas. Proponíamos otra cosa. Leo era el único que había trabajado antes con Julio. Tenía que convencernos a nosotros de hacerlo y fue muy rápido el proceso, lo que proponíamos dio resultado muy rápido. Te digo hoy yo como entrenador, no es fácil poder implementar lo que propones, a veces intentas y tenés mil inconvenientes en el medio y no podés. Julio nos convenció a todos de cuál era el camino y fuimos, lo seguimos. Cuando vimos los primeros resultados, si todavía alguna duda, enseguida se disipó. Era un placer jugar. Entrabas y salías, todo el mundo jugaba, el que entraba te daba soluciones.
-¿Qué significó para vos como jugador, para el equipo, ser compañero de Leo que venía de ser campeón de los Juegos Olímpicos, de conseguir el logro más importante para el básquet argentino?
Leo era el líder pero estaba a la par del equipo a la hora de trabajar, de compartir. Puso al equipo por delante de las ambiciones personales, fuimos a buscar el bien colectivo, el logro en conjunto. Se puso a defender, a jugar para el equipo en vez de su estadística, más allá de que tuvo un año tremendo. Fue clave. Pese a tener 27 años, era un jugador maduro, con experiencia, además de tener el oro olímpico colgado en el pecho. Fue una gran virtud de Julio traerlo al club y proponerlo para que lidere.
-¿Cómo fue convivir, más allá de Leo en ese año, con los otros jugadores que después fueron Generación Dorada, enfrentarlos, compartir cancha?
Sinceramente nadie pensaba, creo que ni ellos mismos, que se lograra lo que se logró. Hasta el día de hoy incluso. Sin ir más lejos, hay un reencuentro para recordar eso porque lo que logró la Generación Dorada en el básquet argentino fue increíble, todos esos jugadores pasaron por la Liga Nacional, nosotros lo enfrentábamos, no se podía creer. Uno estaba acostumbrado a que la Selección Argentina no haga podio y fueron más de 10 años que la Generación Dorada fue campeona, subcampeona, estuvo peleando en los primeros puestos, ser uno de los candidatos. Fue un orgullo haber compartido cancha, jugar con ellos porque también jugué con el Toro Palladino acá en Ben Hur, me relaciono con ellos porque hace unos días vino el Chapu Nocioni porque acá juega Santi. Es un orgullo tener relación con esta gente que fueron colegas y dejaron tan alto al básquet argentino.
- Después de eso vino la consagración en la Liga Sudamericana. ¿Qué recuerdos tenés de ese torneo?
Nosotros ya veníamos del año anterior. Arrancamos ese año con 11 o 12 victorias seguidas en la Liga, ya estaba el convencimiento del equipo. Ahí ya sí nos planteábamos ganarla. Con nuestra filosofía de juego, con nuestro convencimiento, sabíamos que lo podíamos hacer partido a cualquiera. Ese año que salimos campeones de la Liga le habíamos ganado a equipos que tenían mejores planteles que nosotros y eso te queda, tenés el ego colectivo arriba. Ahí ya creíamos. Fuimos a la fase de grupos con convicción, con ilusión. Yo era uno de los más grandes, tenía bastante experiencia y ya veía, me daba cuenta que el equipo estaba convencido que quería ganar la Liga Sudamericana. Íbamos de visitante y nos parábamos con todos para ganarle, desde la entrada misma en calor. Eso los rivales también lo sintieron. Ganamos de visitante en Brasil, estadios lleno, allá se vive el básquet de una manera especial. Me acuerdo que en Ribeirao Preto la cancha estaba que explotaba, fuimos y ganamos por 20, el segundo perdimos por poco y después definimos de local. En Uberlandia también, un clima muy hostil, y el equipo adentro de la cancha fue para adelante, no bajó los brazos, se paró en todas las canchas. Tenían equipos largos, con mucho presupuesto. Pero nuestro equipo estaba convencido del plan de juego, de lo que queríamos llevar a cabo y salió redondo.
-¿Te quedó algún pendiente en tu carrera?
No. Siempre me quedé con la idea de cada partido, de cada entrenamiento, irme vacío. Hablé con entrenadores míos que he tenido, con ex compañeros que sigo en contacto y me confirmaban lo que yo hacía, en cada entrenamiento entregar el 100%, en cada partido entregar el 100% e irme vacío. Siento que eso me da la tranquilidad de decir que lo que se logró, se logró y lo que no se logró, estar tranquilo que fue lo mejor de mi versión en ese momento. Es decir, alcanzó para esto. Tuve la suerte de jugar hasta cuando quise porque tenía ofertas concretas para seguir en la Liga Nacional, yo tenía 41 años, pero decidí no seguir. Después pude jugar de compañero con mi hijo y ahora puedo dirigirlo. Si bien de mi parte he dejado muchas cosas de mi lado por hacerlo, ha sido muy generoso conmigo. Entonces estoy agradecido.
-¿Alguna vez soñaste con la Selección?
Siempre estaba ese pensamiento ‘qué lindo sería. Pero, lo mismo me pasa como entrenador, depende de vos el trabajar, el lograr tu mejor versión, en el caso de la selección nunca tuve la posibilidad. Creo que había jugadores más aptos en ese puesto. Yo trabajaba para estar.
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