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Adolescentes hasta los 40

Patricia Raimundo Por Patricia Raimundo | 21 de Noviembre de 2018

Hoy es cada vez más común que la adolescencia se extienda hasta los  35-40 años, no en todos los casos, pero es cada vez más frecuente.

Si miramos a nuestro alrededor podemos observar  desde la forma de pasar el tiempo libre hasta la manera de  sobrellevar las situaciones conflictivas de las cuales huyen o se ofenden sin poder resolver de forma reflexiva en busca de buenos resultados.

La intolerancia a la frustración, la negación a no aceptar perder nada como así la necesidad de recibir  gratificaciones en forma inmediata. La necesidad de vivir en una montaña rusa con adrenalina todo el tiempo. Sin poder detenerse a contemplar lo que pasa, sin retener nada de lo vivido, imposibilitados de aprender de la experiencia, como si esta no tuviera valor en lo absoluto.

Sin considerar al otro, pesándose a sí mismo como un joven eterno, al cual nada va a pasarle, pues su juventud será por siempre. Sin enfrentar compromisos, sin poder sostenerlos, creyendo que sus actos no repercuten en los demás.

 La falta de compromiso evidencia palpablemente que el periodo de la adolescencia se está dilatando mucho. Entre otras cosas por falta de seguridad,  autoestima de no haber alimentado un desarrollo interior profundo entre otras.

Mientras tanto hoy muchos adolescentes (13 a 18 años) soportan conflictos desde un  acoso escolar, a separación conflictiva de sus padres, integrar familias que se ensamblan y se vuelven a ensamblar más de una vez  encontrándose  solos sin quien los protejan o cuiden, pues es la tierra de Peter Pan, y no hay no hay adultos.

El psicólogo Dan Kiley en la década del 80  denominó Síndrome de Peter Pan al conjunto de comportamientos que se caracterizan por una inmadurez marcada, dependencia emocional, miedo a crecer y un desfasaje entre la edad cronológica y emocional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la etapa para madurar se puede tardar hasta los 25 años. Y algunos expertos no dudan en pronosticar que posiblemente se amplíe hasta los 35 años.

Por lo general, además, son personas que necesitan sentirse admirados y reconocidos en sus labores, ya que sufren de baja autoestima, no toleran críticas y presentan muy baja tolerancia a la frustración. Así como los niños buscan llamar la atención y que siempre se responda a sus antojos, el adulto inmaduro tiene la necesidad de ganar y que todo se haga a su manera.

“Pueden aparentar seguridad y liderazgo, tener un buen puesto y ser buenos socializadores. Pero, aun así, no saben qué hacer con su vida, ya que se han dejado llevar por la suerte y las sugerencias. Les cuesta tener aspiraciones y ponerse objetivos. Exageran sus éxitos cuando los tienen y esconden o disfrazan las limitaciones”.

No se sienten capaces de tomar decisiones serias por temor a equivocarse, temor a los cambios; pueden o tomarlas impulsivamente basados en un fin caprichoso. -Suelen proyectar la culpa en los otros al presentar dificultad en admitir errores y aceptar sus consecuencias. -Aman el facilismo, desean nuevos desafíos pero el esfuerzo que conllevan disuade su valentía. -El humor puede mutar de un optimismo extraordinario a un enojo desmedido. Hacen algo similar a un “berrinche” frente a situaciones de esperas u opiniones diferentes que puedan obstaculizar sus proyectos.- Si es posible delegan, evaden o postergan el asumir más responsabilidades. No les gusta confrontar ni que los confronten. Así como Peter Pan vuela alejándose según su conveniencia, estos “niños-eternos” no dudan en escaparse al momento de hacer frente a las adversidades”.

Si prestamos atención estamos en un período socio-cultural donde abundan más que en otros momentos históricos “los niños eternos” atravesados por la década de los 90 donde el facilismo, lo rápido, nos atravesó a toda una generación. Debemos repensarnos como sociedad. En como educamos a nuestros hijos, en cuanto a que aprenda a tolerar la frustración, a ser responsables de las consecuencias de sus actos, aprendan el valor de los logros con esfuerzo, y que el “no” es un límite real y atravesarlo tiene consecuencias. Que no todo puede ser obtenido de manera caprichosa.

Si eres padre, presta atención de criar un adulto responsable y que vaya sorteando por sí mismo las situaciones de la vida, de eso se trata vivir al fin y al cabo y si te identificas con el tema y eres un niño o adolescente eterno, tú sabrás si decides madurar. Yo siento que todos tenemos un poco de niños o adolescentes y eso es normal, sin embargo ya estancarse en esas etapas no es lo mejor. De todos modos, la vida es elección. ¡Tú decides!

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