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Carpas chicas, vergüenza grande

Leo Velasco Por Leo Velasco | 2 de Septiembre de 2020

Son nueve al momento de escribir esta nota. Fueron dos al comienzo de la protesta y no me atrevo a arriesgar cuántas más serán de aquí en adelante.

Cada carpa contiene a una familia que no tiene casa, ni terreno, ni nada. Si imagináramos a las cinco mil familias de la ciudad que necesitan un terreno o una vivienda acampando y protestando por recibir algo, la Plaza Merced sería claramente insuficiente.

La Plaza luce con una fisonomía distinta desde hace unos cuantos días. Las viejas carpas apostadas sobre el césped, las banderas desteñidas de diversas agrupaciones políticas, los niños corriendo y jugando como si se tratase del patio de la casa que no tienen y hasta algún perro fiel acompañando a sus dueños, otorgan un panorama tan poco habitual como triste. Nueve familias permanecen ahí reclamando algo que nunca les va a llegar, quieren tierra, quieren casas, quieren dignidad.

Ellos poco entienden de presentar una carpeta bancaria para acceder a un crédito, poco saben del Solares I y II; tampoco asocian el término ProCreAr, con lo que verdaderamente es. No se esperanzan con que algún Gobierno les tire un centro y sólo conocen, en el mejor de los casos, albergues tan impresentables como transitorios que la han permitido meterse junto a su familia bajo un techo tan precario como circunstancial.

Pedirle ayuda a este Gobierno municipal no parece una gran idea pero seguramente es la única. Florida al 600 les queda cerca, aunque desde adentro no sólo siguen considerado a los pobres como extraterrestres sino que también, en este caso, deberían abordar un conflicto que no pueden ni quieren resolver.

El acceso a la tierra y a la vivienda es muy difícil tanto en Pergamino como en todo el país. Aunque la situación de nuestra ciudad presenta algunas particularidades como, por ejemplo, aquellas que surgen al considerar que abundan las tierras y Pergamino cuenta con la mayor cantidad de countries del país -en relación a su cantidad de habitantes-, pero al mismo tiempo también tiene la mayor cantidad de asentamientos, de pobres, de gente sin techo.

Tal vez ese dato nos vuelva a proponer repensar la idea de distribución ¿Cómo una de las ciudades con más barrios cerrados en toda la Argentina es, al mismo tiempo, la ciudad con más necesidades de tierra y vivienda?

Un fenómeno difícil de entender y sin ganas de abordar. Pero es un dato que nos invita a reflexionar, al menos para aquellos que nos conmueve ver a esos pibes durmiendo en carpas, con frío y lluvia jugando en la Plaza Merced cómo si fuese el patio de la casa que no tienen y difícilmente tengan.

El Municipio cuenta con una secretaria de Tierra y Vivienda. Juan Manuel Batallanez es su responsable y también uno de los funcionarios políticos más lúcidos de esta pobre gestión en materia social. Tal vez abusando de sus condiciones políticas fue muy rápido al abordar el tema anticipándose al conflicto real estableciendo que “con este modo de protesta nada se logra”

Batallanez sabe perfectamente que el problema real lo supera y adelantándose al abordaje concreto prefirió estancar el conflicto en la metodología de la protesta para no asumir la cuestión de fondo que sabe no podrá resolver.

También el intendente Martínez se refirió al tema utilizando las redes sociales e intentando compartir responsabilidades a tal punto de pedirle definiciones al gobernador Kicillof sobre la toma de tierras que viene incrementándose en toda la Provincia. Pero lo de Martinez era tan previsible como ineficaz. Dividir culpas y atenuar responsabildades es bastante natural en un buen abogado y mediocre gobernante. Nada nuevo.

También este acampe divide a los pergaminenses. Quisiera enterrar definitivamente el término grieta para poder escribir sobre diferencias, puntos de vista, criterios o miradas, pero no encuentro ningún puto sinónimo para graficar esta situación. Mientras algunos vecinos se arriman a la Plaza Merced para asistir a los manifestantes con ropa y comida,  otros pasan gritando: “Negros de mierda, vayan a laburar si quieren terrenos”.

Por lo pronto, la Plaza Merced sigue siendo el patio de esos niños que la adoptaron circunstancialmente como propio, viviendo otra vez de prestado, aunque con toda su inocencia siguen corriendo y jugando como si fuese el patio de su misma casa, casa que probablemente nunca van a tener.

*El autor es periodista. Conductor de Pan&Circo de RADIO MAS (FM 106.7)

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