Crecer no es evolucionar

Crecer no es lo mismo que evolucionar. Los argentinos más ricos son más ricos y los más pobres son más pobres. Las estadísticas oficiales ponen en evidencia que la desigualdad social crece en Argentina, en la Provincia y también en Pergamino. El primer paso obligado para hacer frente a la problemática es reconocerla.

El Gobierno que se fue y cree volver dice lo mismo que el que regresó. Todo es culpa del descalabro de la “herencia recibida”. Alguien, que habla más del país que de las necesidades de su comunidad, anuncia que hay que preparar a Pergamino para el futuro porque va a crecer. Y no alcanzará sólo con crecer. Es indispensable evolucionar. 

Los gobernantes y los dirigentes deberán también revertir la tendencia hacia una mayor desigualdad, en un país que históricamente fue de los más igualitarios del continente. Los indicadores de equidad son sólo de deterioro.

En nuestra ciudad también es indispensable reducir la brecha entre ricos y pobres. Es el desafío. No se resuelve con luces LED si muchas familias viven en la oscuridad de no cubrir sus necesidades básicas. Tampoco con un lago artificial y peces de colores si en el barrio de enfrente no tienen agua. Es imposible si no se ponen al frente del drama cotidiano de la inseguridad. Y mucho menos simular ponerse del lado del sector agropecuario y no tomar la decisión de hacer lo que deben hacer para buscar resolver en serio las restricciones para pulverizar.

Es imprescindible evolucionar. Y sin diálogo, sin consenso, mirando la conveniencia propia, los intereses individuales y alimentando la prepotencia, el camino es cada vez más estrecho para todos.   

Aunque alguno no lo quiera ver, muchas vecinos y vecinas viven un mundo impenetrable de la dualidad. En mi ciudad, se bebe en una misma copa la alegría y la amargura. Ricos y pobres, pobres y ricos.

Si se gasta menos en la parte innecesaria de la política, habrá más recursos para invertirlos en algo más útil. Si aquellos que llegaron a la política como “los nuevos políticos” tienen la misma obligación de responder ante la ley que cualquier ciudadano, somos una sociedad mejor. Si los vecinos y vecinas de cualquier barrio pueden ir al Municipio o al Concejo Deliberante a encontrarse con su representante, la buena política, la que necesitamos de verdad, tiene más sentido. Si no hay hombres ni mujeres que se eternicen en sus puestos, nuestra democracia será más real.

*El autor es periodista, integrante de PRIMERA PLANA y de RADIO MAS (FM 106.7) 

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