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Dejó sus datos por protocolo en un bar y los usaron para buscarla en las redes

Las exigencias para los distintos comercios de nuestra ciudad fueron tomados al pie de la letra para lograr la apertura de los locales. Pero ¿cuál es el tratamiento a los datos personales que se aplican sobre las planillas de las y los pergaminenses que transitan los negocios que requieren control individual?

¿Qué pasa con los datos que las y los pergaminenses brindan en los comercios que visitan? ¿Quién controla la información? ¿Qué dicen los decretos municipales al respecto?

La respuesta es un vacío técnico del que, por ahora, el Municipio no dio respuestas. Pero podría brindarlas de una manera integral, a un problema que no es individual.

Si alguna persona habitante de Pergamino va a un negocio gastronómico, médico, peluquería o demás, debe llenar una planilla con su nombre completo, número de DNI, teléfono de contacto, mail y domicilio. Y en algunos casos inclusive poseen más campos para completar.

Un tweet de un hecho sucedido el fin de semana, llamó mucho la atención. Una vecina de nuestra ciudad recibió un mensaje por Instagram de un empleado de un comercio de esparcimiento, que la localizó por la planilla de datos personales que se deben brindar para ingresar a un negocio. "Me sentí re-atraído”, le escribió.  

La situación particular no es “quién fue” ni en “dónde fue” sino “por qué es que pasa esto”. Por qué, por lo general mujeres, tienen que recibir mensajes en sus redes sociales o teléfonos personales porque alguien de algún sitio los extrae con absoluta liviandad y “porque se puede” o “porque es normal”.

La situación gira en cuánto a la forma en que se percibe a la otra persona, a la construcción que de ella se hace y a las prácticas y pactos sociales imperantes en una realidad que denota machismo en gran parte de la actividad cotidiana.

Qué lleva a pensar, que alguien puede, con absoluta naturaleza, buscar a otra persona en las redes porque por obligación tuvo que dejar los datos escritos en un papel, irrumpir en el ámbito privado de esa persona.

En este caso fue un mensaje de Instagram pero la realidad es que con los datos expuestos, cualquier persona, ciudadana o ciudadano, se transforma en vulnerable.

El contexto no amerita ni a plantear una persona en particular, ni al establecimiento comercial sino al reconocimiento social de ciertas faltas, carencias y también prácticas que llevan a naturalizar comportamiento por el que gran parte de la sociedad hace muchos años viene luchando: el feminismo que busca arrebatar estos privilegios, la lucha de los diferentes sectores por una igualdad de derechos, por derribar ciertos pactos implíticos y explíticos que dicen que actos como estos están bien.

Años de lucha, de constancia, de calle y de leyes, marcan el camino: Volver a educar, a entender, dentro del aprendizaje individual en prácticas comunes.

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