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El arsénico en el agua no está en la agenda de ningún político

Ninguno de los candidatos a intendente se refirió en campaña a la posibilidad de trabajar para mejorar la calidad del agua de la red domiciliaria que esta gestión ocultó durante cuatro años. Sin embargo, en otros distritos se vienen inaugurado plantas de ósmosis inversa para revertir la contaminación

En sólo un par de semanas, el presidente de Aguas Bonaerenses S.A (ABSA), Raffaele Sardella, junto a legisladores provinciales y municipales, puso en marcha la nueva planta de “ósmosis inversa” para la ciudad de Pehuajó y otra en Lincoln, con un costo de 55 millones y 83 millones de pesos, respectivamente, y con un beneficio para unos 30 mil habitantes en cada distrito, quienes podrían empezar a consumir agua de calidad.

En cambio, en Junín, con la proveedora a cargo del municipio, aún se sigue esperando en principio que se informe acerca de cuál es la calidad del agua que se consume, para luego llevar a cabo las inversiones que debieron realizarse para evitar el arsénico y no se hicieron, demostrando una grave irresponsabilidad por parte de la gestión actual de Pablo Petrecca.

Lo llamativo, sin embargo, es que ninguno de los candidatos a jefe comunal realizó propuestas en este sentido y ni siquiera en el debate organizado por las entidades intermedias apareció esta temática que, por su incidencia, es altamente importante para la salud de los juninenses.

Las obras inauguradas recientemente en Pehuajó y Lincoln forman parte de la tarea que se viene realizando en otros distritos cercanos con la misma situación. Oportunamente también se llevó a cabo en 9 de Julio y Carlos Tejedor y más cerca en el tiempo en Chivilcoy y General Villegas.

El nuevo establecimiento de Pehuajó aporta 100 m3 por hora y 200 m3 el de Lincoln más a la red de agua potable de la ciudades y es abastecida por cinco nuevas perforaciones que se ejecutaron en las inmediaciones del predio que tiene ABSA y además, se tendieron más de 3.020 metros de cañerías de diversos diámetros, se construyeron tanques de almacenamiento de agua tratada y se solicitó la repotenciación eléctrica.

La “ósmosis inversa” es la tecnología con la que se ha encontrado soluciones a los históricos problemas que se presentaban en el servicio de agua potable en la región.

Por su parte, la planta de General Villegas aporta 200 m3/h de agua potable a la red de la cudad.

El corredor de la ruta 5, donde se han hecho las intervenciones, eran los más comprometidos, sin embargo Junín y aledaños también están seriamente perjudicados y es imprescindible que quienes inicien el nuevo ciclo al frente del municipio se aboquen de modo urgente a obtener financiación para esta iniciativa.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la presencia de arsénico en el agua sea igual o inferior a 0,01 miligramos por litro (mg/l), parámetro que tomó el Código Alimentario Argentino (CAA) en 2007, pero que tras una serie de prórrogas pedidas se sigue sin cumplir en los hechos. El límite anterior en el país era del 0,05 mg/l, nivel que también superan muchas localidades de la provincia y que su supone que en Junín podría estar en el orden de los 0,09 y más superando en casi 10 veces lo sugerido por la OMS.

Las mediciones realizadas por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), hechas en distintos años desde 2011, advertían de porcentajes altísimos en localidades como Junín (0,086 mg/l) Pergamino (0,053 mg/l); Suipacha (0,154 mg/l); O’Higgins  (0,237 mg/l), en el distrito de Chacabuco; Santos Unzué (0,063 mg/l), en 9 de Julio; Tres Algarrobos (0,055 mg/l), en Carlos Tejedor, y Banderaló (0,348 mg/l), en General Villegas.

Vale aclarar que el conflicto del arsénico responde solo a aguas subterráneas por lo que no afecta a ciudades que extraen para el consumo de cursos superficiales, como Capital Federal, La Plata y gran parte del Conurbano, que tienen tomas en el Río de la Plata.

En Junín, y según empleados municipales de OSM, Petrecca siempre ha considerado que se trata de una inversión exorbitante para la cual no habilitaría parte del presupuesto.

El informe asegura que “más del 70 por ciento del agua que es suministrada a los usuarios presenta grandes cantidades de arsénico que afectan directamente a la salud de los consumidores”.

El arsénico es altamente tóxico. Según la Organización Mundial de la Salud, su ingesta produce efectos a corto y a largo plazo. Entre los primeros se destaca “vómitos, dolor abdominal y diarrea” y “entumecimiento u hormigueo en las manos y los pies o calambres musculares y, en casos extremos, la muerte”.

A largo plazo, es decir, ante exposiciones prolongadas, “cambios de pigmentación” en la piel, “lesiones cutáneas y durezas y callosidades en las palmas de las manos y las plantas de los pies (hiperqueratosis)”. Esos son los más leves: además puede provocar “cáncer de piel, la exposición prolongada al arsénico también puede causar cáncer de vejiga y de pulmón”.

También están asociados a la “ingesta prolongada” de arsénico los “problemas relacionados con el desarrollo, neurotoxicidad, diabetes y enfermedades pulmonares y cardiovasculares”, entre otros. El nitrato en niveles excesivos, en tanto, puede provocar metahemoglobinemia, o “la enfermedad de los bebés azules”.

Además del problema del arsénico y el nitrato, las propias características del sistema de distribución, siempre según lo que se lee en el paper, genera “riesgos bacteriológicos por la mala desinfección”, además de problemas de presión y abastecimiento.

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