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    2 de Mayo de 2024
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Relatar el abuso 5 años después: Un pergaminense, víctima del cura Agustín Rosa Torino

Un joven de nuestra ciudad habló con PRIMERA PLANA sobre su tortuoso paso por una congregación religiosa en la que vivió múltiples abusos sexuales de parte de los sacerdotes y detalló el proceso judicial que está afrontando junto a otras víctimas

El viernes empezó el juicio contra el cura Agustín Rosa Torino, fundador del Instituto Religioso Discípulos de Jesús San Juan Bautista, que dependía del Arzobispado de Salta.

El sacerdote tiene múltiples denuncias por abusar sexualmente a novicios de su congregación. Dos de ellos, Yair y Jonatán, junto a una exmonja de la congregación, Valeria, son quienes testimoniarán el sometimiento y abuso vivido por parte de Rosa Torino.

La vivencia en primera persona

Jonatán Alustiza es un pergaminense de 26 años, que en 2009 ingresó a la comunidad religiosa. Con 14 años de edad, fue enviado 2 meses a Salta y después a Puerto Santa Cruz, en la Patagonia, para iniciar su formación. “En ese entonces es cuando empezaron a suceder los abusos sexuales de parte del padre Felipe de Jesús, cuyo nombre es Nicolás Osvaldo Parma”, señaló Jonatán a PRIMERA PLANA, quien especificó que “no me pasó solamente a mí. Hubieron más casos de abusos, donde él usaba el mismo modo de tocamientos libidinosos”.

Como si fuera poco, los jóvenes que estaban en Puerto Santa Cruz también sufrían constantes abusos de autoridad. “Parma nos faltaba al respeto y nos insultaba. No se nos permitía ir al doctor si estábamos mal ni tomar ningún tipo de medicamentos. Pasábamos hambre, frío y no podíamos hablar con nadie porque si no él te humillaba adelante de toda la comunidad”, reveló el joven.

En 2012, Jonatán terminó el secundario y nuevamente fue trasladado a Salta para ingresar al noviciado. Allí habló con Agustín Rosa Torino, el padre fundador de la congregación, para comunicarle su deseo de abandonar la comunidad.  “Yo sentía que algo no estaba bien. Me sentía mal, depresivo, estaba aislado y sin contacto con nadie. Ya no quería seguir el camino para el sacerdocio. Me quería ir”, sostuvo.

Es así que él le contó al padre Rosa Torino todo lo que había sufrido entre sus 14 y 17 años de vida. “Lo único que me respondió fue que tenía que perdonar y olvidar al Padre Felipe, porque esta era una debilidad de él. Y que si algún día me iba de la congregación, no podía ensuciar el nombre del Instituto Religioso Discípulos de Jesús San Juan Bautista”.

Agustín Rosa Torino, además de encubrir los delitos de Nicolás Osvaldo Parma y evitar que Jonatán lo denunciara, aprovechó la vulnerabilidad del joven para también abusar repetidamente de él. Del mismo modus operandi fue víctima Yair, otra de las víctimas que declaró en contra del “padre fundador”. 

El sacerdote era considerado como un padre y un guía espiritual para los novicios. “Era tanto el poder que ejercía sobre nosotros que no teníamos la capacidad de darnos cuenta de lo que estaba pasando”, aseguró el pergaminense, quién explicó que “los relatos de otras víctimas pasaron en tiempos distintos pero, pasaron de la misma manera”.

También agregó que “después de cada abuso nos decían que era culpa nuestra”, manifestó el joven.

Jonatán expresó que en ese entonces nunca llegó a dimensionar lo que estaba pasando y “cuando se lo cuento a Rosa, en lugar de abrirme los ojos, utilizó eso para abusar de mí. Era todo un circuito para que nunca nos diéramos cuenta de lo que nos hacían.

“El daño psicológico era muy fuerte. Te decían que vos estabas ahí porque Dios así lo deseó y si no hacías lo que ellos querían, te estabas negando a la voluntad de Dios”, explicó a PRIMERA PLANA.

“Yo me quería ir pero eso implicaba fallar a la obra que Dios tenia para vos”, aseveró e inmediatamente añadió que al estar en Salta Capital, a miles de kilómetros de Pergamino, sin documentación ni dinero, “estaba a la deriva abajo de un techo”.

En abril de 2013, Jonatán tomó la decisión de huir. “Me escapé de la congregación un mediodía, con todo lo que eso conlleva. A la tarde volví y exigí que me pagaran el pasaje de vuelta a Pergamino. Ellos se tenían que hacer cargo”, recordó.

La vida después del padecimiento

Los años posteriores a su regreso fueron duros. “En esos 3 años estuve muy mal. Me sentía sucio, solo, manchado”.

La familia de Jonatán no supo de lo sucedido hasta el 2017, cuando tomó valor de contarles las reiteradas escenas de violencia física y psicológica vividas tanto en Santa Cruz como en Salta.

En ese tiempo, el joven conoció a su actual esposa, quién lo ayudó a entender lo que había pasado y luchar para que se haga Justicia.  “Era difícil poder darme cuenta porque por mucho tiempo implantaron en mí la culpa. Era una angustita muy grande”, admitió.

Hasta 2016 “mantuve contacto con Nicolás Parma. Él seguía llamándome y mandándome mensajes para que no me dé cuenta de lo que me había hecho. Decía que me quería, que era como mi padre”, aseveró Jonatán. Y señaló que “después de eso me sentía pésimo y lloraba por horas”.

En julio de ese año, el exnovicio recibió una carta de parte de Parma en la que le pedía perdón por todo lo que había hecho. “Cuando leo todo eso me hizo el ‘click’. ¿Cómo puede ser que él me pida perdón si supuestamente yo fui el culpable de todo lo que pasó?”, se preguntó. “Ahí, por primera vez, le pude poner el nombre de abuso a todo lo ocurrido y me sentí firme para hacer la denuncia formal ante la Justicia”, aseguró.

De la congregación a la Justicia

La denuncia fue efectuada en diciembre de 2016, en Salta Capital. El proceso de investigación a Nicolás Osvaldo Parma fue derivado a la provincia de Santa Cruz, mientras que el de Agustín Rosa Torino está en manos de la Justicia salteña.

Yair y Valeria ya habían realizado sus respectivas denuncias. “Yo fui el tercero y ahí empezaron las investigaciones más intensas”, indicó Jonatán.

Ambas causas están catalogadas como delitos de “abuso sexual simple gravemente ultrajante por el tiempo de duración y por ser ministros de culto reconocido”.

Parma actualmente está preso en prisión común, desde 2018, a la espera del juicio que se iniciaría este año. Mientras que Rosa Torino fue expulsado de la congregación y vive recluido en Finca La Cruz en prisión domiciliaria, aunque sus denunciantes afirman que no la cumple.

“Mi esposa es de Salta y hemos viajado y lo hemos cruzado comiendo con la familia”, sostuvo Jonatán, quien a su vez reclamó que “no hay un reparo hacia las víctimas; siempre el victimario termina ganando”.

Tras el escándalo por los abusos sexuales y la sumatoria de denuncias, el Vaticano disolvió la comunidad en 2019 y el año pasado decidió diluir la orden religiosa, pero todavía Rosa Torino sigue siendo sacerdote.

El juicio

El viernes comenzó el juicio en contra del padre Rosa Torino, en Salta, en el que se suponía que se le tomaría declaración a las tres víctimas. Sin embargo, solo Yair, que vive en Cafayate, pudo declarar, por estar presente en el estrado. “A Valeria y a mí se nos había informado que íbamos a presentarnos de manera virtual, pero a las 18:00 hs. la Justicia nos dijo que no porque la defensa y los jueces no iban a permitir una declaración virtual”, detalló Jonatán.

“Esto es toda una estrategia de dilatación para que nos cansemos. Es desastroso que después de 5 años nos digan, el mismo día, cuando ya estaba todo dispuesto para dar testimonio, que no podemos hacerlo. Más aun siendo que el juicio comprende 15 días”, descargó el joven a PRIMERA PLANA.

En esta semana, él y Valeria viajarán a Salta Capital para dar testimonio presencialmente y el 8 del corriente mes será el día en el que se van a escuchar los alegatos y las sentencias que dictaminen los tres jueces a cargo de la causa.

“Tenemos que estar fuertes”

“Mucha gente nos ha señalado con el dedo ahora que contamos lo que pasó. Dicen que hacemos esto por plata y preguntan por qué no hablamos antes”, dijo Jonatán, quién explicó que “recién estoy saliendo ahora a hablar porque me di cuenta que los medios son nuestra herramienta para visibilizar esto y que se escuchen nuestras voces”.

Valeria, Yair y el la víctima pergaminense permanecen en contacto para mantenerse unidos y afrontar el juicio. “Tenemos que estar fuertes, porque después de cinco años, es volver  a pasar y sentir lo mismo que sentimos en esa situación”, confesó. Y aseveró que Rosa “es un cura que tiene muchísimo poder, tanto en la Iglesia de Santa Cruz y la de Salta, como en el ámbito político”.  

Según lo denunciado por Jonatán a PRIMERA PLANA, se abrió una causa canónica y la iglesia recibió aproximadamente 60 denuncias contra el sacerdote.

No obstante, el Arzobispado de Salta no las presentó a la Justicia siendo que ésta las había pedido. Recién las entregaron 2 días antes del juicio, pero los jueces no las tomaron en cuenta. “Vemos cómo la Iglesia sigue encubriendo estos casos porque esto hubiese aportado mucho”, sentenció.

El joven concluyó su relato haciendo énfasis en que  “estamos exigiendo que la justicia salteña abra los ojos. Tiene que ser una condena ejemplar porque Agustín Rosa Torino abusó y corrompió menores y no es la primera vez que pasa esto”.

Así Jonatán Alustiza exigió que “tiene que pagar por todo lo que nos hizo, a nosotros y a todas aquellas victimas que aún están en el anonimato”.

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