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Busca a su hijo que fue apropiado hace 53 años en una maternidad de Wilde

En 1969, Leonor Lazzarano dio a luz en una clínica de Wilde. Allí le informaron que el niño había nacido sin vida, aunque en realidad se lo habían robado.

Leonor Lazzarano es una mujer de 70 años, que desde 1969 busca a su hijo quien fue apropiado el día de su nacimiento en una clínica de la localidad de Wilde, partido de Avellaneda. Para conocer más sobre su historia, Infocielo dialogó con Leonor y con su hijo, Maximiliano.

Tenía 17 años y su bebe ya estaba en el octavo mes de gestación. Faltaba muy poco para que llegue el ansiado momento de abrazar a su hijo. Fabián Alejandro se llamaría si era varón. Leonor estaba de novia desde los 12 con Alberto, su vecino desde los 9 años.

Una mañana de diciembre, a pocos días de las fiestas de fin de año, la mamá y la abuela de Leonor le sugirieron hacerse un control en la clínica de Elena Arias de Franicevich, partera amiga de su abuela y quien trajo al mundo a alguno de sus primos y su hermano.

Leonor confió plenamente en su familia y se dirigió a la clínica ubicada en Mariano Moreno y Las Flores, localidad de Wilde. Por su parte, Alberto no asistió a aquel control, ya que le habían dicho que Leonor “iría a pasar unos días a la casa de su tía”.

La futura madre se entregó por completo a las manos de los profesionales de la salud de aquella maternidad sin saber que cambiarían su vida y la de su hijo para siempre. Llegó y se acostó en una camilla junto una cuna vacía. Al rato, se acercó un médico y le aplicó una inyección en el vientre.

“El bebé no se deja pinchar”, dijo el médico entre risas. Leonor también se rio y pensó que aquello simplemente era parte del procedimiento. Pero había algo que desconocía: aquel profesional era ni más ni menos que Jorge Antonio Berges, médico de la Policía de la provincia de Buenos Aires y quien décadas más tarde serían condenado por delitos de lesa humanidad y apropiación de niños durante la última dictadura cívico-militar.

Pasaron las horas, muchas, tantas que Leonor asegura que fueron días, y sintió un dolor muy fuerte en la panza: estaba en trabajo de parto. Minutos más tarde, ingresó una señora a la habitación quien le dijo “Calmate, que cuando veas al bebe te vas a olvidar de todo lo que pasaste”. Inmediatamente, entró otra enfermera que asustada le gritó: ¿Qué estás haciendo vos acá? Mandate a mudar que vamos a ir en cana”.

El dolor era cada vez más intenso. Leonor se sentía confundida, mareada, no aguantó más y la llevaron a una sala mucho más pequeña, en el primer piso de la clínica, donde tendría finalmente a su bebé.

Pujó con todas sus fuerzas y escuchó el llanto de su pequeño niño o niña, ya que no pudo saber de qué sexo era. Se estiró hacia el bebé pero no llegó a agarrarlo. Rápidamente se lo quitaron, pero para siempre.

“Cuando me dicen que mi bebé estaba muerto me agarra una crisis de nervios, me agarro los pelos y me autolesiono. Pero yo lo vi. Estaba vivo", contó Leonor en diálogo con Infocielo.

En caso de ser cierto, la mujer reclamó por ver el cuerpito de su hijo y poder despedirse de él. Sin embargo, se lo negaron por completo y jamás le dieron ningún tipo de evidencia de aquel niño había nacido sin vida.

53 años de búsqueda

Lo primero que hizo ante la supuesta muerte de su hijo, fue pedirle explicaciones a su madre y a su abuela. Pero ambas le insistieron en que el niño había nacido sin vida y que no debía seguir insistiendo con ese tema.

Leonor buscó refugio en su pareja, pero él pensó que su familia no podía ser capaz de haberle quitado al chico y que el tema de la apropiación estaba ligado al trauma que ella había sufrido ante la pérdida. También buscó acudir a las autoridades, presentándose a la comisaría cercana a la clínica para hacer la denuncia, pero tampoco la escucharon.

Fue así que pasó años hundida en el dolor por el robo de su hijo y sin nadie que la apoyara. Sin embargo, esta no fue la única batalla que tuvo que librar, ya que a los 20 años sufrió un accidente de tránsito que la dejó sin caminar por más de un año. Estos hechos la llevaron a una depresión profunda, tomando la decisión de separarse de Alberto.

“Yo pienso que este accidente me ayudó para decirle a Alberto que no lo quería más. Si no me cree mi novio, ¿Quién me va a creer?", recordó Leonor.

Finalmente, la idea de la apropiación de su hijo se confirmó días antes de la muerte de su abuela. “Leo tu bebé no murió”, aseguró la mujer en su lecho de muerte. Aquella noticia, reavivó la búsqueda de Leonor, sobre todo ante una información que le propició su mejor amiga.

La mujer le confirmó que frente a la casa de sus suegros que vivía un chico de 12 años, que era adoptado, que era igual a Alberto y se llamaba Alejandro Fabián. Leonor no dudó. Se acercó a la vivienda y conversó con la tía del joven, quien le dijo que su madre biológica lo había abandonado.

Del fondo de su corazón, Leonor exclamó: “Ay yo no lo abandoné. Eso es mentira”. La cara de la mujer se transformó y desde aquel momento, se negaron a volver a hablar con ella.

Los años pasaron, Leonor rehizo su vida y tuvo dos hijos con una nueva pareja, Jorge. Pero el hombre los abandonó años después y el peso de toda su familia recayó sobre su espada. Soportó penurias económicas, falta de trabajo, la crianza de sus hijos y el incendio de su vivienda. Otra vez, tenía que salir adelante sola.

Además, tuvo un enorme gesto, jamás le contó la historia de su niño apropiado a sus hijos menores hasta la muerte de su madre.

“Se iban a criar con odio”, aseguró la mujer. Por su parte, Maximiliano, su hijo mayor, expresó: “Es algo impresionante. Es un gesto de amor muy grande. Con todo el mal que le hizo la madre, la cuidó hasta el final”.

Hasta volver a encontrarse

Una tarde el teléfono sonó. Leonor atendió y escuchó del otro lado una voz que no oía desde hacía más de 40 años.

“Hola Leo. Empecemos a buscar a nuestro hijo”, era Alberto. De esta manera, se reencontraron, volvieron a ser pareja y comenzaron nuevamente con su búsqueda.

Muchos tenían la intención de ayudarlos, pero cuando nombraban a Berges la mayoría se borraba de inmediato. A pesar de ello, en 2017, Leonor se encontró con el abogado Juan Ignacio Bellocchio y juntos realizaron una presentación ante la Justicia Federal de Quilmes.

A partir de ese momento, el juez de la causa solicitó algunas pruebas como la acta de nacimiento firmada por Berges y Arias. Sin embargo, el magistrado se negó a seguir con la investigación por no tener otras pruebas, a pesar de que la querella propuso citar a prestar declaración a Berges y a Elsa, una empleada de la clínica.

Tras ello, apelaron a la Cámara Federal, considerando que las personas desaparecidas que aún no conocen su identidad tienen que seguir siendo buscadas y que el Estado debe invertir sus recursos en buscarlos. Luego, la Cámara resolvió que la búsqueda debía continuar su curso. Asimismo, en el Juzgado N° 3 de La Plata, tramita una causa donde se investiga la identidad de otras 100 personas apropiadas en la misma clínica.

A su vez, Leonor también recurrió a las redes sociales para vincularse con otros que se encuentran en su misma situación. Es así que forma parte del grupo de Facebook "Víctimas de Franicevich", donde hijos, padres y madres se apoyan en la búsqueda de su verdadera identidad. Además, diariamente, Leonor hace vivos en TikTok, en los cuales cuenta su historia a otros.

“No estoy entera. Me caigo, muchas veces me caigo. Pero no pierdo la ilusión de encontrarnos”, cerró la mujer.

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