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Científicos advierten sobre el colapso inminente de la biodiversidad de los humedales

Tras una evaluación del impacto de los incendios en las islas del Paraná, recomendaron limitar la cría de ganado, la agricultura y la expansión inmobiliaria para evitar la extinción de especies vegetales y animales. Piden "que las leyes acompañen" para proteger el ecosistema

“El uso de los humedales para la cría de ganado, para el cultivo de transgénicos como la soja y para la expansión de urbanizaciones exclusivas, ponen en riesgo la conservación y restauración de esos espacios naturales”. A pocas horas de que el proyecto de ley de humedales pierda estado parlamentario, una vez más, son hombres y mujeres de la ciencia quienes salen a advertir de una manera desesperada, que el daño que provoca la actividad humana en el ambiente está destruyendo todo. También, que al igual que el hachero que corta la rama en la que está sentado, está sellando irremediablemente su destino. La reciente difusión del único trabajo científico existente hasta el momento que analiza las consecuencias de las quemas ocurridas en la zona de islas y el delta paranaense durante 2020, dispara las alertas e interpela a la sociedad y a quienes tienen la responsabilidad de velar por la preservación de la biodiversidad y el equilibrio en los espacios naturales.

Además, recomienda “que se supriman o mitiguen los efectos limitantes -en referencia a la cría de ganado, los cultivos y urbanizaciones- para poder evaluar si será necesario aplicar métodos de restauración activa” para remediar el daño causado por los incendios.

El estudio, presentado recientemente en el II Encuentro Nacional de la Red de Restauración Ecológica de Argentina, realizado en Villa Giardino (Córdoba) y que reunió a los más prestigiosos especialistas en ecología de la restauración de Argentina, es contundente y explica cómo el fuego dañó el suelo y la biota de islas y humedales del río Paraná. Fue realizado durante los tiempos más duros que impuso la pandemia por un grupo de biólogos autoconvocados, autofinanciados y decididos a demostrar que era necesario actuar con urgencia para detener el estrago ambiental que, en términos de obtención de riqueza para unos pocos, condena a toda la sociedad a vivir en un ambiente resquebrajado por la contaminación y la degradación de la biodiversidad.

El trabajo realizado por científicos y colaboradores del Conicet, del Laboratorio de Ecotoxicología-Cátedra de Ecología de la Restauración de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), del Instituto Nacional de Limnología, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, del Foro Ecologista de Paraná y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, fue admitido y está a la espera de ser publicado en la revista científica Biodiversity and Conservation. El documento también abunda en las perspectivas de restauración ecológica de las zonas afectadas y brinda precisiones sobre las formas y el tiempo de reparación a mediano y largo plazo.

El objetivo del estudio fue evaluar los efectos de los incendios intencionales -que aumentaron en intensidad y severidad particularmente en 2020- sobre el suelo, la vegetación y la fauna, en los humedales del río Paraná (Paraná Medio) durante julio y septiembre de ese año. Los datos de campo obtenidos fueron vinculados a análisis de índices espectrales que permiten identificar la presencia de vegetación en la superficie. Se evaluaron los tipos de unidades ambientales afectadas por el fuego, la profundidad de quema en el suelo y la intensidad (altura de llamas) y su afectación a especies vegetales y faunísticas.

Evaluaron además, la revegetación a mediano plazo con datos satelitales remotos mediante índices diferenciales normalizados de vegetación (valores NDVI), observaciones en el territorio sobre la resiliencia o resistencia y de ecología funcional de especies de vertebrados “facilitadores”.

Según el trabajo, los incendios afectaron principalmente los albardones (83%) siguiendo en orden de importancia las media-lomas (47 %), depresiones o lagunas internas (17%) y barrancas (5%). La profundidad del suelo quemado varió entre -2 a -12 cm mientras que la altura de las llamas en especies leñosas alcanzó entre 2,70 a 4,20 metros. Los especialistas registraron 83 especies de plantas y tetrápodos afectados por el fuego de forma directa e indirecta.

Ceibos, sauces y timbós fueron las especies leñosas más afectadas, mientras que ranas, tortugas de agua, teros y carpinchos presentaron los mayores porcentajes de afectación entre los vertebrados. “Estos resultados demuestran los efectos a corto y mediano plazo basados en estudios de campo y análisis de índices espectrales, destacando la necesidad de ambas escalas de análisis para la obtención de evidencias del efecto de los incendios intencionales en los humedales del río Paraná”, indica el texto y agrega que “el uso de los humedales para la cría de ganado, para el cultivo de transgénicos como la soja y para la expansión de urbanizaciones exclusivas ponen en riesgo la conservación y restauración de los humedales”.

Los científicos sugieren así la supresión y mitigación de esos factores limitantes para valorar si la vegetación y la fauna asociada pueden regenerarse, o sí se necesitaría a mediano y largo plazo de métodos de restauración activa donde se contemplen las visiones de los pobladores locales y la bajante extraordinaria del nivel del río Paraná.

“No podíamos quedar detrás de una computadora mientras había vida quemándose”

“Como biólogos, no podíamos quedar detrás de una computadora o en el laboratorio mientras llegaban imágenes de animales, plantas y nidos quemándose”, explicó la especialista, Paola Peltzer, doctora en Ciencias Naturales, profesora adjunta de la cátedra de Ecología de la Restauración de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral e investigadora independiente del Conicet. Detalló además los motivos que movilizó y reunió al equipo que desarrolló el estudio: “Fue un grupo compuesto por colegas, familiares, vecinos y amigos que colaboraron de distinta forma para ayudarnos a cruzar a las islas y a sortear los problemas que surgieron”.

Hubo costos importantes e inconvenientes que debieron superar los subgrupos que se organizaron para cubrir los 17 puntos de testeo comprendidos entre la localidad de Los Zapallos (35 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe) y la Bajada Grande (al sur de la capital entrerriana). “Incluso hubo dificultades con las instituciones porque esto se desarrolló en plena pandemia. No podíamos cruzar al lado santafesino sin un hisopado, pero detrás del policía que exigía la documentación había llamas que llegaban a los tres metros por ejemplo”, contó Peltzer.

El panorama era desolador y nos daba impotencia. Queríamos hacer algo, no pedíamos nada a cambio sino valorar y diagnosticar qué estaba ocurriendo. El hecho de ser científicos nos permitía brindar herramientas para que justamente el pedido ‘basta de quemas’ llegue a quienes debería llegar”, se esperanzó la bióloga y afirmó que “la idea que nos impulsó fue transformarnos en traductores de lo que estaba ocurriendo”.

Los análisis desarrollados en el territorio consistían en llegar al lugar a las 24 horas de ocurrido el incendio en los 17 puntos de testeo. “Nuestra búsqueda se orientaba a encontrar evidencia de animales y vegetales muertos y utilizar sistemas de muestreos estándares para evaluar la capacidad de recuperación. De ese modo monitoreamos lo que había ocurrido a las 24 horas de sucedido el evento, a una semana y luego se recorrieron pasado un tiempo (entre tres y cuatro meses) para observar si había regeneración o recuperación ambiental natural”.

“El daño fue muy grave pero no fue peor por la época del año en que se dio. Si hubiera sido durante la primavera o el verano el daño hubiera sido mayor porque es cuando la gran mayoría de los animales está en etapa de reproducción”, indicó la especialista y aseguró que hallaron impacto en 83 especies entre vegetales y animales vertebrados e invertebrados.

“De todos modos el daño es muy grande. Son 83 especies afectadas directa o indirectamente, con un suelo profundamente dañado (-2 a -12 centímetros de profundidad)”, explicó la bióloga y contó que los estudios que había sobre el tema hasta el momento se basaban en abordajes espectrales sin considerar las constataciones con datos de campo como los que ellos lograron.

“Vinculamos lo que encontramos en el terreno con las imágenes satelitales y obtuvimos datos muy valiosos que indican que la vegetación fue realmente afectada. Hallamos algunas especies que fueron más dañadas que otras, no solamente herbáceas sino especies que son propias de nuestra región como por ejemplo el sauce, el ceibo, el timbó blanco y dentro de los vertebrados contamos, entre otras, al sapito de las cuevas, tortugas acuáticas comunes, teros de los bañados y carpinchos. Observamos un importante daño a la biodiversidad”, remarcó.

“Nos llamó la atención que luego de las valoraciones realizadas a la semana y a los tres o cuatro meses, es que con algunas lluvias que se dieron en el verano algunas especies de herbáceas y arbustivas, como la sesbania virgata, comenzaron a regenerarse naturalmente por lo que recomendamos a los ambientalistas que no era conveniente comenzar a reintroducir especies nativas sin establecer previamente períodos críticos para evaluar esa necesidad”, precisó.

Fuego, vacas y extinción

El consejo entonces fue esperar los análisis de mediano y largo plazo para considerar si el sistema continúa siendo resiliente. “En algunos casos lo pudimos observar, pero ocurrió que en el otoño de este año volvieron las quemas y las vacas. Por esa razón, en el congreso sugerimos que habría que suprimir y mitigar los factores limitantes para valorar si realmente la vegetación y la fauna asociada pueden volver a su trayectoria natural”.

La vuelta del fuego y el ganado hará que en poco tiempo veamos la extinción de especies de plantas y animales que son propias de los humedales. Si esto sigue, a largo plazo, todo colapsará. Más si tenemos en cuenta los niveles del río y las bajantes extraordinarias que se observan", concluyó Peltzer.

*El estudio presentado en el II Encuentro de la Red de Restauración Ecológica Argentina fue realizado por Paola Peltzer (1,2); Rafael Lajmanovich (1,2); Ana Paula Cuzziol Boccioni (1,2); Rodrigo Lorenzón (1,3); Andrés Bortoluzzi (4); Maximiliano Attademo (1,2); Agustín Bassó, (2); Natalia Peña (2); Evelina León (1,2,3); Rafael Lajmanovich Jr. (2) y Silvia Seib (5,6).

Referencias:

1- Conicet.

2- Laboratorio de Ecotoxicología, Cátedra de Ecología de la Restauración, Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral.

3- Instituto Nacional del Limnología de la UNL.

4- Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL.

5- Foro Ecologista de Paraná, Entre Ríos.

6-Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).

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