• nubes
    17° 26 de Abril de 2024
terminal-pergamin-ojpg-1

Dejar la ciudad, de chicos: La nostalgia y el consejo de un pergaminense famoso para sufrir menos las despedidas

Esta sí parece la última indicación de mamá que no para de ofrecer recomendaciones y todo lo que tiene a mano: “Te puse también las hamburguesas caseritas en el taper, no te olvides de sacarlas y dejarlas en la heladera apenas llegue”. Es que ya no hay más tiempo. La bocina del Renault 11 azul del viejo, siempre apurado, exige prisa: “Métele que no llegamos a la Terminal, en 15 sale el colectivo y hay que cruzar toda la ciudad”, advierte a los gritos el Gringo Abatte desde calle Siria. El abrazo y esas lágrimas de la vieja que jamás se olvidan. ¿Ya te vas, nene?, pregunta la buena de Blanca, la vecina de la UOM, al verme pasar con el bolso cargado y sin querer agrega mayor melancolía. Ella, como otros de la cuadra que me cruzo camino al coche, hoy ya no viven pero estarán por siempre presente en el recuerdo y los corazones.

Un nudo en la garganta. Ruiditos en la panza. Es la mañana de un lunes de marzo de 1996 y la nostalgia que había arrancado ya en la tardecita del domingo llega a su pico máximo. Me marchó de casa por primera vez. Y sin saberlo, para siempre. Inseguridad, incertidumbre y lógicos temores por dejar atrás ese tierno hogar que me cobijó 17 años. El duro adiós a los abuelos, el club, la primera novia, los pibes del barrio y el glorioso Douglas. Pero a la vez, ilusión y esperanza en un futuro mejor, en un crecimiento profesional y humano a partir de la inédita y enriquecedora experiencia.

Papá tiene cosas qué hacer pero se baja y permanece estoico a pesar de que en boletería anuncian que el micro viene con 45 minutos de retraso.

Hasta me compra el diario para que vaya leyendo en el viaje. Y unos caramelos “media hora”. Sale un instante a fumarse un pucho solo, porque para él también es una situación nueva, que lo tensiona y sensibiliza. Le contará al conocido que lo saluda afuera que si bien el pibe promete volver en 15 ó 20 días, lo nota un tanto indefenso, aún poco preparado para la gran ciudad, esa impiadosa jungla de cemento que no perdona a los débiles ni a los más vulnerables. Bah, a nadie.

Llega el bondi nomás. Y nos saludamos como si fuera la última vez. Imágenes que permanecen en la retina. El micro gira al pisar la ruta y vuelve a pasar por enfrente de la Terminal camino a la Capital Federal. Y el viejo sigue allí, liquidando el atado de faso en tiempo récord, mirando hacia mi ventanilla y llevándose al corazón la mano que le queda libre entre pitada y pitada. Un gesto que llega a lo más profundo, que se recuerda perfecto 25 años más tarde. Máxime viniendo de un tipo cerrado y poco demostrativo…

Pucha que no es fácil el despegue de todo lo que nos rodea y hace bien apenas terminado el secundario. De la heladera bastante llena a la vacía. De una casa cálida y medianamente cómoda, a un departamento chico, dos ambientes, compartido por cuatro vagos desordenados. De la tranquilidad de Pergamino al caos porteño. De conocer a casi todos en el pago a ser ignorado por la gran mayoría en la “city”. De Specktra, Tío Freud ó La Isla, a guardarse el finde porque hay que estudiar o no alcanza la guita.

De volver a pie con el nono del “Miguel Morales” (Douglas Haig) a cortar clavos en los partidos nocturnos del Nuevo Gasómetro (San Lorenzo), esperando interminable rato el 150 en la avenida Cruz y Perito Moreno frente a la 1-11-14 bajo miradas intimidantes y clima espeso en la madrugada del Bajo Flores.

Si hay un lugar contradictorio de mi adolescencia y la de miles de pergaminenses, donde fuimos felices y tristes al mismo tiempo, es la Terminal de Omnibus. Alegría y euforia los viernes. Tristeza y bajón los domingos o lunes. Es hermoso volver. Cuesta horrores irse. En mi caso, en aquellos primeros años le tomé cariño y bronca a la vez a ese importante sitio de la ciudad que la conecta con el resto del país.

Pero explica mejor que nadie lo que se sufre el desarraigo, gráfica los sentimientos que invaden a los que se marchan, ese instante tan duro y con los términos más adecuados el querido Leo Burgueño, prestigioso periodista local que vivió muchos años en Buenos Aires -trabajó en la inolvidable revista El Gráfico en el mejor momento de esa reliquia del deporte- y ahora lleva un par de décadas triunfando en Chile. 

“Yo lo tengo incorporado bajo un concepto que es el ‘no mirar atrás’... Es no mirar atrás por la nostalgia que te da cuando vas dejando a tus viejos y a tus seres queridos, cuando vas dejando Pergamino... Lo experimenté y padecí en la época en la que vivía en Buenos Aires pero dentro de todo tenía la posibilidad de volver enseguida, estaba cerca, a 222 kilómetros. Lo sufro más aún ahora estando a 1250, en Santiago de Chile”, explica una de las caras del TNT trasandino.

“Siempre lo llamo el concepto de ‘no mirar atrás’ en la despedida. Sentís esa necesidad de quedarte. Yo tengo cada vez más nostalgia por Pergamino, no tengo nostalgia por Argentina, la siento por Pergamino”, refuerza la idea y comparte su conmovedora estrategia Burgueño, con enorme sentido de pertenencia.

“La patria, en verdad, es la infancia de uno. Esa infancia es lo que nos hace recordar siempre, cómo conectarnos con la ciudad, tener amigos en el whatsapp, grupos relacionados con el colegio… Pero es durísimo igualmente el momento de partir”, resume el talentoso colega.

Como Leo, quien escribe este texto también se encuentra a una distancia similar del pago, a casi 1.200 kilómetros, en la Patagonia argentina. Siempre se añora regresar al primer amor, a casa. A esa Pergamino que valoramos más cuando ya no la tenemos cerca. Aunque no sea la misma que en marzo de 1996, aunque muchas y muchos ya no estén... ¡Volveremos otra vez!

* El autor es periodista pergaminense, uno de los autores del libro “Fuerte al medio” y jefe de Deportes del Diario La Mañana de Neuquén

Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.