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El peso cada vez vale menos (y no por el dólar)

El dinero solo tiene valor por aquellas cosas que podemos adquirir con él. Los movimientos de precios del mercado de bienes, por lo tanto, dependen de lo que ocurra en el mercado de dinero

Eliana Scialabba Por Eliana Scialabba | 6 de Abril de 2019

Para analizar la central importancia del mercado de dinero, tenemos que analizar muy brevemente cómo llegamos al sistema monetario actual, basado en el dinero fiduciario.

El 15 de agosto de 1971 Richard Nixon rompió de manera unilateral el acuerdo de Bretton Woods. De esta manera, los Estados Unidos abandonaron el patrón oro, volviendo inconvertible el dólar en oro. A partir de ese momento, el dinero sólo “vale” por la confianza que el público tiene en el emisor (Banco Central).

¿De qué depende esa confianza? Del manejo de política económica (principalmente monetaria) por parte del Banco Central, quien controla la oferta de dinero. De esta forma, en la medida que la oferta monetaria sea consistente con la demanda de dinero por parte del público, el nivel de precios se mantendrá estable.

El problema aparece cuando la política económica deja de ser consistente y creíble, y la autoridad monetaria empieza a emitir dinero por encima de la demanda, en muchas ocasiones ligado a desequilibrios fiscales.  Si bien, durante los primeros períodos se puede “engañar” al público,  dado que este tiene expectativas racionales, internaliza el comportamiento del banco central y comienza a repudiar a la moneda, en nuestro caso, el peso.

Por lo tanto, cuando el Banco Central emite más dinero que el que la gente quiere demandar, existe un exceso de oferta (tanto por una sobre emisión como por una caída de la demanda monetaria), que lo lleva a perder su valor: no es que las cosas que queremos comprar cada vez valen más, sino que el peso vale cada vez menos.

Adicionalmente, nuestro país tiene una dudosa reputación en el manejo monetario: en nuestro haber hay largos períodos de alta inflación, con episodios de hiperinflación, todo esto combinado con numerosas crisis cambiarias, financieras, confiscación de depósitos, y muchas más…. un cocktail explosivo.

 Las promesas incumplidas nos llevan a querer mantener, al menos de manera parcial, el poder de compra del dinero. Recién aquí aparece el dólar, como moneda de cobertura. Pero el dólar no es el problema de la pérdida del valor del peso, sino un mecanismo que hallamos para evitar mayores pérdidas.

Es por eso que en escenarios de alta inflación se potencia la sustitución de monedas, cumpliéndose la Ley de Gresham, la cual plantea que el público ahorra en moneda fuerte o “buena” (el dólar) y no la utiliza como medio de pago, porque para eso está la “moneda mala” (el peso),  siempre y cuando el tipo de cambio se encuentre bajo algún tipo de control gubernamental.

Entonces, a modo de cierre, no es que los bienes cada vez valen más porque los privados son los malos de la película (si bien existen algunos casos de abusos aprovechando la caótica situación). Si la suba del nivel de precios se da de manera generalizada y sostenida, sin lugar a dudas esta tiene su origen en un desequilibrio del mercado de dinero. Como dice el Milton Friedman, “la inflación es en todo momento y lugar un fenómeno monetario".

La auto es Doctora en Economía (UCEMA). Docente e investigadora. Consultora. Columna publicada originalmente en Diagonales.com

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