Los hechos de estafas a ancianos se suceden por montones y casi de manera cotidiana en nuestra ciudad.
El ardid no es muy sofisticado ni rebuscado y casi siempre son los mismos 2 ó 3 argumentos, los cuales son bastante básicos, pero no por ello dejan de ser efectivos.
“Mamá, en un rato te mando a buscar los dólares con un remis porque se viene un corralito y hay que guardar toda la plata”, le dijo alguien que se hizo pasar por la hija, a una anciana de 71 años.
Casi al instante, alrededor de las 15:45 hs., un hombre alto y de barba, que vestía una remera amarilla, se hizo presente en el domicilio de calle 3 de Febrero al 1800 y argumentando que era “empleado del camión de caudales del Banco Nación”, le pidió el dinero a la septuagenaria.
La mujer, confiada que afirmativamente había hablado con su hija, le hizo entrega de 7 mil dólares y un millón de pesos, en dos bolsas de nylon.
El sujeto saludó amablemente y se retiró del domicilio con una sonrisa.
Minutos más tarde, la mujer se comunicó con su hija, que al percatarse que su madre había sido estafada, llamó a la Policía. Sin embargo, ya era demasiado tarde.
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