Avezados lectores de todo se animan, todavía, a sentenciar que Pergamino Entre Quince Días, periódico tabloide que lanzó a la calle el reconocido periodista Horacio Abel Ayestarán había sido un verdadero compendio de esta materia tan difícil y tan amplia que es reflejar la realidad de un lugar en una simple hoja de papel.
Hay quienes se arriesgan a decir que Pergamino Entre Quince Días aún sigue siendo el reflejo de un periodismo sano, arriesgado y polifacético, que todavía no se pudo imitar por estos lares.
Ayestarán, con un fuerte sello de emprendedor, logró reunir a las mejores plumas pergaminenses y quincena a quincena, ir conquistando a lectores con ediciones tan sustanciosas como cargadas de actualidad.
Se empezó imprimiendo en los talleres de El Tiempo, en blanco y negro. Luego, mejor diagramado y a todo color, en los de Alemann S.A., una empresa porteña dedicada a impresiones para terceros.
Cada quincena, la usina periodística que tuvo su punto álgido cuando Mario Lombari, un inteligente, tenaz y exigente escriba que le imprimió su estilo, acompañado por las dotes intelectuales de Héctor Ulises Del Giudice, otro periodista, cuasi escritor, de gran dominio del idioma. Eran la dupla perfecta para acompañar a Ayestarán y, por ende, para elegir a todo un equipo que lindaba con lo exquisito en cuestión de letras.
Ahí estaban Ricardo Ismael Piraccini con su humor escrito y Roberto Veros -además de ser percusionista de Magia Negra-, con sus imponentes reportajes inundados de creatividad sobre la ciudad, la noche y espectáculos.
También merodeaban Omar Pacini, en deportes; Raúl Della Valle, con sus escasos años y sus notas de color; Carlos Vannaro, el inteligente periodista profesional que había llegado a Pergamino para trabajar en información del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que ejercía como secretario de Redacción; Rubén Albarracín, que ponía un acento distinto a sus notas, algunas plenas de acidez, otra de fino humor; las increíbles fotografías de Mario Rebottaro e Hilda Almanza; luego las colaboraciones de La Ficco Guzzo y Ferrari más la inobjetable capacidad de Carlos Luján Del Valle, que aun viniendo del periodismo radial, hizo lo suyo para completar esta década -corrían los ‘60 y ‘70- de un periodismo inigualable, luego sofocado por los duros embates económicos a los que los argentinos deben acostumbrarse de manera cíclica.
NOTA RELACIONADA: Emoción y honrar la memoria, en el acto que se desarrolló en la exComisaría Primera
Hoy, Pergamino Entre Quince Días, que era miembro de Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), volvió a la palestra en éstos días porque uno de los legajos que entregó la semana pasada la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), en un emotivo acto realizado frente a la exComisaría Primera, por el 45º aniversario del Golpe Militar, quedó en manos de Marta Renati, esposa de Horacio Abel Ayestarán, toda vez que se lograron “destapar” los documentos que muestran el cruel tratamiento policial para con los integrantes del plantel del periódico, cuando, prolijamente espiados, fueron acusados de ilegales, peronistas de izquierda, comunistas y todos esos calificativos que, en ese duro tránsito, se los solía etiquetar a quienes pensaban distinto.
Pergamino Entre Quince Días, más allá de eso y de todo -y todos-, sigue vivo en la memoria de los que siendo experimentados lectores de cada aparición, continúan pensando que ese quincenario fue un ejemplo periodístico, único e irrepetible.
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