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Una vida de disfrute y cordialidad entre música, teatro, política y básquetbol

“Me crie con mis padres y abuelos en una casa donde primaba la música y el básquet”, dijo “Taty” Comitté

María Rosa “Taty” Comitté es conocida y querida por todos los pergaminenses. No solo por ella, sino porque desciende de una de las familias más lindas de la ciudad que hicieron aportes en el arte y el deporte, como ella lo sigue haciendo.

“Taty” es visceral. Habla y se ríe de cada una de sus “andanzas” que la tuvo como protagonista de los ‘60, ‘70 y más acá

Tiene una actividad muy dinámica en la ciudad, recordando a su papa “Tito”, con las orquestas más populares de antaño, a su tío basquetbolista y educador y a su marido, un político de muchísima importancia en el ámbito bonaerense y nacional.

 

- ¿Qué recuerdos tiene de su infancia y adolescencia en Pergamino?

- Mi infancia y adolescencia transcurrió en Alberti 778, esquina Dorrego, en lo que era la casa de mi abuelo. Me crie con mis padres y abuelos en ese querido barrio, y en una casa donde primaba la música y el básquet. En una familia que en esos dos ámbitos aportó mucho al acervo cultural y deportivo de la ciudad. Hoy la música sigue siendo para mí una de las grandes pasiones. Con mi tía (Nora Taylor de Comitté) aprendí a bailar todos los ritmos. Una de mis grandes emociones fue el winco que me trajeron los Reyes Magos. Si de algo me arrepiento es haber dejado el estudio de piano.

Crecí jugando en ese barrio con mis hermanos y los chicos del barrio, jugando a la payana, la bicicleta, la mancha, subiendo a los árboles, jugando al básquet, con los vecinos tomando mate y sentados en la vereda.

Los ensayos de la orquesta eran permanentes, todas las noches. Ibamos con mi mamá a los bailes de la época, donde mi papá (Tito Comitté) tocaba, y lo acompañábamos a tocar a Radio El Mundo, Mitre, donde las radios hacían espectáculos en vivos, y pude conocer a los grandes artistas de la época como D´ArienzoCastilloPugliese, entre otros.

La preparación de los viajes de la orquesta de mi papá a Uruguay para el carnaval era siempre un acontecimiento.

El mundo del básquet también era algo que me fascinaba. Carlos Comitté, mi tío, fue un gran basquetbolista. Practicaba con el aro del patio, y mirarlo me encantaba. Chocho, mi tío abuelo, era director técnico, y el equipo de Comunicaciones en el comedor de casa armaban con palillos las jugadas de los partidos.

También en la adolescencia viví de cerca la gestión del Instituto Rancagua de mi tío Carlos, ya que yo era muy apegada a Nora y Carlos, de quien también heredé la pasión por la poesía y la literatura.

Tenía una madre muy abierta para la época, a quien, en la adolescencia mis amigas, le contaban sus “acontecimientos” amorosos.

Fui en la primaria, a la Escuela Nº 2 y el secundario en el Colegio Nacional. Luego viví en Córdoba unos años, época muy politizada. Ahí participe del Cordobazo y fue donde empecé a militar.

Mis salidas en Pergamino con mis amigas, eran ir al Roma todos los días. Allí se reunía toda la juventud de Pergamino.

A la noche Vía Appia, Fedra, Yeyo’s y Fenicia; los bailes de fin de año,  Navidad y Año Nuevo en el Club Gimnasia. Maravilloso.

 

- ¿Cómo vivías, de pequeña, todo lo que sucedía en ese hogar musical con ‘Tito’ Comitté?

- Era un hogar donde todos tocaban un instrumento, o bailaban o cantaban. Donde artistas de la época se quedaban en casa, como Varela VarelitaPiazolla, a quienes yo miraba fascinada.

Mi abuelo tocaba el violín y contrabajo, mi papá el piano y acordeón, mi hermano Titi cantaba y luego Fredy tocaba la batería. Mi tía bailaba y mi mamá cantaba ópera. Un lindo recuerdo es mi papá tocando el piano y mi mamá cantando.

También al ser un hogar italiano la comida ocupaba un lugar importante y de encuentros, donde la pizza de mi abuela era famosa.

Hay muchas anécdotas o vivencias que siempre recordamos en la familia.

Una casa llena de instrumentos y partituras, que Tito recibía mensualmente de SADAIC, de dónde fue uno de los primeros socios. El garaje de la casa era la sala de ensayos.

 

- Si tuvieras que elegir tres lugares de Pergamino como para detenerse a reflexionar, ¿Cuáles serían y por qué?

- El andén del Ferrocarril, porque me recuerda a cuando buscaba a mi marido regresar de Buenos Aires en el tren y nos gustaba con Eugenia, mi hija, esperarlo. Me gusta cuando no hay gente.

El arroyo de Pergamino, porque me gusta la naturaleza y el agua. Es un lugar tranquilo.

La capilla de Santa Teresita, me trae bellos recuerdos asociados a mi querido amigo padre (Jorge) Galli y me da paz.

 

- ¿De qué manera y con qué núcleo humano se desarrolla esta etapa de su vida en Pergamino?

- Al quedar viuda, mi vida tuvo un cambio rotundo y difícil, te diría lo más feo. Tuve que inventarme otra vida y surgieron nuevas amistades, otras las mantuve y me acompañaron mucho a transitar ese momento, cosa que agradezco.

Disfruto de irme a Buenos Aires, donde mantengo otras amistades que sigo viendo, y también a La Plata, donde están las hijas del primer matrimonio de Guillermo, que también vienen a visitarme.

De tener una familia numerosa en Pergamino, quedan mis sobrinas, y mi hija Eugenia con su marido Lisandro quienes tuvieron a mi nieto Estanislao, a quien disfruto enormemente.

Hago gimnasia, y me aboqué a realizar diferentes talleres y cursos que me dan placer y también nuevas amistades. El teatro, tanto el del GAE, Jorge Sharry, Neme, Chaveta, Crosceti, Fabricio Sceglio, me dieron amistades que disfruto mucho y son una gran compañía. Actué en una obra llamada “La Fiaca” (de Ricardo Talesnik) dirigida por Arturo Ratcliffe que me dio mucha satisfacción.

El curso de filosofía de Raquel Viglierchio es un espacio de placer, que mantengo hace 10 años. A su vez el taller de percusión con Matito (Iriarte Vercelino) fue algo muy divertido.

Actualmente estoy en un curso de dramaturgia dirigido por María Beatriz Toia.

Me gusta salir a cafetear, pasar tiempo con mi nieto e ir al cine y al teatro.

Tengo una peña, que se mantuvo de Las Colifatas, una peña de antes.

 

- ¿Y Guillermo Ball Lima, tu pareja por tantos años?

- Para quienes no lo conocían, parecía impenetrable y hasta un poco antipático. Pero era el ser más bueno que he conocido, con mucho sentido del humor, leal y un gran amigo y compañero de sus amigos. Un personaje querible.

Para mí fue mi compañero de vida, nos complementábamos y compartimos la vida con todas sus vicisitudes, momentos lindos y difíciles, de la mejor manera posible, en un matrimonio de 40 años.

Creo que pude entenderlo y acompañarlo en todo. Él siempre fue muy protector. Lo sigo extrañando y sé que está a mi lado.

Fue un lindo viaje amoroso, con un final atravesado por una dolorosa enfermedad, que supo llevar con mucha fortaleza.

Su pasión, más que la abogacía era la política. La vida a su lado fue intensa, variada, con muchos acontecimientos y valió la pena transitarla.

 

-¿Queres agregar algo más?

- Agregar que Mirtha, la hija de Guillermo de un matrimonio anterior, en su época de jovencita se vino a vivir conmigo y Guillermo, formando parte de la familia que construimos con su papá. Hizo 4º y 5º año aquí, en el Comercial, y me ayudó a criar a Eugenia. Por tal motivo si bien son nueve los nietos de Guille que los quiero a todos, Eva la hija de Mirtha es una de mis nietas más queridas, junto a Estanislao, que es el hijo de Eugenia.

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